RUTA 66 / Adversidad

AutorDiego Beas

Rebasado ya el ecuador de su primer mandato y con el segundo discurso del Estado de la Unión pronunciado anoche, la presidencia de Barack Obama entra en un momento especialmente interesante que lo consagrará como uno de los presidentes más consecuentes de la historia moderna -y lo pondrá camino de la reelección- o sentará las bases de su derrota en noviembre de 2012.

Con el sigilo al que ya nos tiene acostumbrados, la Casa Blanca entró en un proceso de reinvención interna desde la derrota electoral de noviembre que se prolongó hasta ayer. El State of the Union, en síntesis, relanzó las ambiciones de Obama ajustadas a la nueva realidad política de Washington. Un discurso que desde hace meses llevaba generando muchas expectativas y que planteó el complicado reto de explicar cómo va a operar la Administración con un Congreso divido y con una oposición que no cede ni un milímetro.

En reuniones recientes con sus principales lugartenientes, Obama insiste no sólo en que le presenten las mejores ideas en materia económica, en la lucha contra el paro y en política social, además, cuentan algunos en Washington, el presidente exige que las propuestas sean políticamente viables. Una exigencia perfectamente entendible si no fuera porque en el clima político actual las mejores ideas se vuelven inoperantes en la marcada diversidad ideológica.

El discurso de ayer, por tanto, fue un intento por explicar, por trazar una hoja de ruta, que dé viabilidad y consistencia al proyecto político de la Casa Blanca en unas condiciones muy distintas a las de enero de 2008.

En un primer término queda claro que el Gobierno da por cerrado el estado de emergencia económico en el que recibió las riendas del país. Se tomaron las acciones pertinentes y hoy las condiciones son otras, creen desde la Administración. Sin embargo, se pregunta el equipo económico, ¿se ha hecho todo lo posible para poner a punto a la economía del país? La respuesta, en este caso, es claramente no.

La visión presentada ayer es una apuesta arriesgada que busca generar una ambiente en el que se debatan a fondo los méritos de las propuestas y caiga por su propio peso lo que tenga que caer. Así, por ejemplo, Obama pacta y se aleja de su agenda y objetivos al proponer congelar el gasto federal durante dos años más a lo ya propuesto en 2010. Una medida claramente diseñada para aplacar a los Republicanos y obligarles a ceder en otros temas más importantes para las ambiciones del presidente.

Entre los cambios...

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