La ruta mexicana de la lengua española

AutorEulalio Ferrer

Como es sabido, durante muchos años, el Gobierno mexicano mantuvo relaciones diplomáticas con el gobierno republicano en el exilio, negándose a reconocer al régimen franquista de España al triunfo de éste en la Guerra Civil de 1936-1939.

Esta situación dio lugar, entre otras rupturas, a que tampoco hubiera relaciones formales entre la Real Academia Española y su correspondiente, la Academia Mexicana. La dictadura franquista impidió que en España circularan autores mexicanos de signo democrático, incluso al margen temático de sus obras. Igual suerte corrieron no pocos libros de escritores internacionales, editados en México.

Don Martín Luis Guzmán que, como Alfonso Reyes, estuvo exiliado en Madrid, encabezaba en cierta forma un movimiento, paralelo al político, de ruptura con la docta institución de Madrid, esbozada la posibilidad de una independencia de la Academia Mexicana, fundada en el hecho de ser México el país de mayor número de hispanohablantes.

El presidente Miguel Alemán, con su espíritu conciliador, alentó la idea de convocar en México un Congreso de Academias de habla española. Sería ocasión adecuada para tal fin el ingreso en la Academia Mexicana de don José Rubén Romero, el conocido novelista de La vida inútil de Pito Pérez, el 14 de junio de 1950. Excepcionalmente, la ceremonia tuvo como escenario el Palacio de Bellas Artes. Al término de la sesión académica, don José Rubén Romero anunció a sus nuevos compañeros: "El señor Presidente de la República me encarga poner a la consideración de ustedes esta iniciativa: Que la Academia Mexicana de la Lengua promueva la celebración de un Congreso de Academias de habla española en la ciudad de México". En su discurso, don José Rubén Romero puntualizó claramente que la convocatoria se haría extensiva a todas las Academias sin excepción, "atendiendo sólo a los intereses comunes, a la simpatía emanada de esa sangre espiritual de las razas que es el lenguaje".

Años después, al conocer personalmente a don José Rubén Romero, le pregunté si la iniciativa del congreso fue enteramente personal del presidente Alemán y me contestó que sí, con acento rotundo. Me confidenciaría, a la vez, que consultó el asunto con su buen amigo don Indalecio Prieto, quien lejos de cuestionar la idea, le dijo que el porvenir de la lengua española estaba por encima de la dictadura de Franco. (Al interior de la Academia Mexicana parece ser que los únicos reparos fueron los de don Martín Luis Guzmán, antiguo secretario...

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