Rutinas que emocionan

AutorCecilia Núñez

Texto y fotos: Cecilia Núñez

Enviada

DÍA 1: EN EL CORAZÓN DE KRUGER

Desde lo alto, a bordo de la avioneta que va desde Johannesburgo hasta la reserva de Ngala, un sinfín de tonos de verde parece danzar sobre la tierra.

La concesión de 15 mil hectáreas de la reserva privada de Ngala pertenece al famoso Parque Nacional de Kruger, un paraíso salvaje de 2 millones de hectáreas que desde 1898 es un santuario de protección de la naturaleza africana.

Por aquí vuelan más de 500 especies de aves, que anidan en su preferido de entre 336 tipos de árboles; se arrastran unos 120 ejemplares de reptiles y pasean libremente alrededor de 150 especies de mamíferos.

En lengua Shangaan, Ngala significa "lugar del león", y también es ideal para ver a los otros cuatro grandes (elefantes, rinocerontes, leopardos y búfalos), además de jirafas, impalas, hipopótamos... Y arañas, muchas arañas.

En el primer game drive, como se le conoce a los safaris de observación, aprendemos ciertas reglas básicas: vestirse para pasar desapercibido, en colores tierra; evitar gritar, pararse, sacar brazos o piernas y bajar del vehículo (los animales están acostumbrados a la forma de los coches, no de la gente), y, la más importante, cuidar la cabeza de las ramas y de las inmensas telarañas tejidas de un árbol a otro.

DÍA 2: EL LUGAR DEL LEÓN

Queremos entender que aquí hay que venir con la conciencia de buscar animales en su hábitat natural y que para eso hay que tener paciencia y los sentidos bien atentos, pero esa paciencia nuestra inmediatamente es malcriada por aquél par de hermanos leones que pasean en el lago próximo al lodge y que le rinden honor al nombre de esta reserva.

El primer y sencillo encuentro con uno de los Cinco Grandes emociona.

En una expedición de safari en África, las fantasías van desde ver a un león cazando a un impala hasta ser testigo del nacimiento de un elefante.

Pero ese tipo de experiencias no se garantizan en ningún lodge (ni siquiera en los que pertenecen a la firma de And Beyond, una de las más lujosas).

Lo que sí se promete en este tipo de lodges es que, además de que el contacto con la vida salvaje sea siempre conmovedor (como mirar con ternura a una jauría de hienas bebés), el staff se las arreglará para arrancar suspiros de sorpresa: con una copa de champaña en el momento justo, un picnic a la orilla del lago o, como esta tarde, con un paseo a toda velocidad para llegar al lodge antes de que la lluvia torrencial desborde el río y cierre los caminos.

DÍA 3: CAMINATA EXTREMA

El autor y famoso viajero británico Wilfred Thesiger, en su libro Mis días en Kenia, se lamentaba de que el safari se llevara a cabo en coche, porque percibía que así la experiencia era "disociada" de los animales.

Pero hacia la mitad del relato descubre y acepta los beneficios de la dinámica: "No se puede negar que en coche uno puede situarse infinitamente más cerca de un león".

Para satisfacer las ganas de sentir la tierra africana bajo la botas, Robin, uno de los rangers, guía una caminata a través del pasto salvaje que llega hasta las rodillas.

El ruido de nuestros pasos se interrumpe con el retumbar de la tierra y el crujir de ramas pisoteadas. Brevemente se ve a un elefante que se acerca corriendo agitando sus inmensas orejas. Aunque Robin ordena no correr, no hay manera de detener los instintos. La mente está en blanco pero el cuerpo se mueve.

Minutos después, respiramos aliviados un aire que sigue oliendo a aventura. Entre la descarga de adrenalina que nos dejó esta vivencia (que nunca nos cansaremos de contar), aprendemos la lección: en esta tierra salvaje, el hombre es...

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