Sabor desde la raíz

AutorÁngela Méndez

FOTOS: KARLA AYALA

San Miguel de Allende sin tener un plato típico ni una cocina tradicional local, cada vez atrae a más turistas sibaritas. ¿Su secreto? Las mamás y las abuelas dirían que, quizá, su comida está hecha con amor. Y no estarían equivocadas...

Pocos lo saben, pero el Bajío es una zona agricultora en cuyas tierras se producen principalmente verduras, con estándares de calidad tan altos que, incluso, satisfacen a paladares en Europa y Norteamérica.

Se puede decir que cultivan con profundo cariño.

Ejemplo de esto es el Rancho La Trinidad, ubicado a unos 15 minutos en automóvil desde el centro de esta ciudad guanajuatense.

Las puertas de este lugar, el primero del Estado cuyos productos obtuvieron certificación orgánica, están abiertas para los visitantes.

Carl Jankay, el estadounidense al frente de estas tierras, es un hombre de avanzada edad que contagia su pasión por cultivar a quienes se animan a usar guantes de cosecha y armarse de tijeras para cortar ellos mismos sus alimentos.

El hotel Rosewood, en San Miguel de Allende, ofrece una experiencia en la que se pone en práctica el concepto "del rancho a la mesa".

Para todos aquellos viajeros que quieren intentar cosas nuevas, el hospedaje también ofrece una clase de cocina que incluye desde la selección de ingredientes de temporada, directamente en la granja, hasta la preparación de alimentos, en una cocina al aire libre, con las recetas y guía personalizada de chefs profesionales.

La experiencia resulta tan enriquecedora que quienes la han tomado afirman que les cambia la vida. Y es que personas a quienes no les gustaban los vegetales aprenden a saborearlos, apreciarlos y amarlos tanto como lo hace Jankay.

La vida del simpático extranjero se ha visto marcada por el ejercicio de la agricultura. Por mucho tiempo trabajó en los cultivos de los fabricantes de sopa Campbell's y, al jubilarse, se dio cuenta que no sabía ni quería hacer otra cosa que seguir sembrando.

Alegre, como lo es todo aquel que realiza el trabajo del que está enamorado, recibe a los visitantes, a quienes busca transmitir su filosofía: consumir productos orgánicos es estar en comunión con el medio ambiente.

Las verduras que él cultiva no sólo son valiosas por el tiempo que les invierte para que crezcan sin fertilizantes químicos, sino también porque alimentan a otros seres vivos, como gusanos, caracoles o grillos, que conviven con las plantas.

"Nos visitan gusanos, pero comen los follajes", dice Jankay al...

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