Entrevista / Juan José Salinas Pasalagua / 'Es una venganza muy torcida'

AutorAlberto Aguirre

"Oye, ¿eres el hijo de Raúl Salinas?", alcanzó a escuchar, en medio del estruendo, Juan José Salinas Pasalagua, mientras bailaba en medio de la pista del Worka, una de las discotecas más exclusivas de la Ciudad de México.

El veinteañero que preguntó no esperó la respuesta y clavó el vaso que portaba en el rostro del sobrino del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari.

El incidente ocurrió la madrugada del 26 de diciembre del 2004. Salinas Pasalagua había llegado al antiguo Mauna Loa, en San Jerónimo, junto con su esposa, Marisol Rodríguez, y cinco amigos, poco antes de las 01:00 horas.

Justo ingresaba a la pista cuando recibió el golpe.

El agresor corrió de regreso a su mesa, mientras que cuatro jóvenes que lo acompañaban brincaron sobre Salinas Pasalagua. Otros clientes y algunos meseros evitaron la golpiza. Después lo sacaron del inmueble y lo llevaron al hospital.

Mientras, en el antro, el grupo de agresores se jactaba de los hechos. "Acabamos de madrear al hijo de Raúl Salinas de Gortari", le dijeron a un empleado del lugar.

"¿Qué? ¿Tuvieron algún problema", les preguntó.

"Ninguno, pero tú ya sabes todas las fregaderas que han hecho estas gentes", fue la respuesta.

Todavía es posible notar un pequeño hematoma en el puente nasal y una pequeña cicatriz en el pómulo izquierdo del abogado de 27 años, quien ha estado en las páginas de los periódicos desde muy joven.

Primero, en las fotografías familiares que se conocieron poco después de la detención de su padre. Y después, por la defensa de su apellido: en enero del 2000 encaró públicamente al ex Regente Manuel Camacho Solís y le pidió sustentar las acusaciones por el supuesto enriquecimiento ilícito de los Salinas.

En febrero de 2004, otra vez fue noticia, cuando decidió que su boda civil fuera en el penal de Santiaguito, donde está recluido su padre.

El hijo de Raúl Salinas de Gortari quería evitar que se conociera el incidente en la discoteca, para evitar un escándalo más, sin embargo la indignación lo hizo cambiar de opinión.

"No se vale. ¿Qué pensó este chavo que yo debo? ¡Imagínese que entremos en un escenario donde todo mundo empiece a agredirse, porque se es hijo o pariente de alguien! Aquí lo terrible es que se me transfiere una culpa imaginaria, porque "en el supuesto de que esta gente se hubiera sentido agraviada por alguien de mi familia" finalmente ¿yo qué tengo que ver?", se lamenta.

¿No tiene dudas de que fue una agresión directa?

Ninguna, el lugar estaba lleno, pero la pista...

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