Entrevista/ Samuel Ruiz/ 'Los indígenas reaccionaron para sobrevivir'

AutorSilvia Cherem S.

Cuando hace 40 años Samuel Ruiz García llegó a la diócesis de San Cristóbal de las Casas ya era indigenista, pero pensaba entonces que evangelizar a los indígenas desposeídos era darles zapatos, salud y educación. No imaginó entonces, según cuenta, que tendría que "convertirse".

"Al llegar actuamos como se hacía antes. Pensábamos que nuestra manera de vivir era la única recta y posible, y rechazábamos la cultura indígena. Por ejemplo si había trago concluíamos, sin cuestionarlo, que eran borrachos. Pero por caminos comunes fuimos llegando, en todo el continente, a impulsar la toma de conciencia del indígena como sujeto de su propia historia, un paso que es irreversible y en el que nosotros estuvimos acompañando".

Amado y venerado, pero también odiado y vituperado, Samuel Ruiz genera revuelo. Pocos se atreven a cuestionar su entrega a la causa indígena que lo condujo a ser candidato al Premio Nobel de la Paz en 1994 y 1995, pero mientras que para los indígenas es su Tatic - como lo fue en su momento Fray Bartolomé de las Casas-, para otros es un caudillo, promotor de la violencia que se desató hace cinco años en Chiapas con el levantamiento zapatista.

El obispo aclara que siempre se ha opuesto al camino de la violencia. Dice ser uno más de los personajes que, a nivel continental, han comprendido que evangelizar es crear conciencia y permitir a los indígenas, tras años de opresión, ser conscientes de su historia. "Mientras más deterioro tiene la situación y más lamentables son las consecuencias, no podemos seguir conformándonos con parchar la realidad".

La entrevista, que se llevó a cabo en la casa diocesal a un lado de la catedral roja y amarilla que sirvió de escenario a las pláticas de paz, fue accidentada y tuvo momentos de rispidez. Samuel Ruiz, apasionado, sagaz y en ocasiones evasivo, se mostró molesto ante los cuestionamientos sobre su posible involucramiento en el levantamiento zapatista.

"No busqué ser protagonista de nada, me tocó vivir un proceso que se ha dado en todo el continente y en el que hemos respondido a las injusticias con el Evangelio. Sólo me ha tocado recoger la cosecha del pensamiento de las comunidades", insistió.

Su compromiso, asegura, es "con la paz"; y como miembro de varias organizaciones internacionales como Peace Council, en la que comparte el foro con Nelson Mandela y Rigoberta Menchú, seguirá luchando entre otras cosas para transformar el "injusto sistema económico internacional".

"Tengo yo que decirte lo que es dolor, para que si te aplastan, tú grites. Soportaron demasiado, vivía yo sorprendido del aguante de los indígenas, pero ante tanta violencia y represión, finalmente reaccionaron para poder sobrevivir", arguye convencido de que los verdaderos responsables de los actos de los rebeldes son aquellos que creyeron que podían maltratar eterna e impunemente a los indios sin que éstos se rebelaran.

"Puedo contarte miles de historias de indígenas que porque no quisieron trabajar más de 7 horas después de haber cargado desde largas distancias bultos de café o leña, los amarraron toda una noche y los azotaron. Y tú me vienes a hablar de la violencia de los indígenas, cuando la violencia anterior ni siquiera la mencionas porque de esa ni siquiera se habla. La violencia no vino de los indígenas, vino del exterior".

Samuel Ruiz dice estar ya empacando los recuerdos en las maletas porque a partir del 25 de enero, fecha en que los indígenas le harán una fiesta de despedida y agradecimiento por sus 40 años en la diócesis, podrá recibir la aceptación del Papa de su carta de renuncia al episcopado, misma que presentó en octubre pasado al cumplir 75 años de vida, de acuerdo con lo establecido por el derecho canónico. "Creo que la aceptación llegará en cuestión de minutos".

El legado: un proceso irreversible

-Usted se retirará en breve, ¿en qué circunstancias deja la diócesis y el proceso de paz?

-Dejo la diócesis viviendo un proceso irreversible, de dimensión continental, con una toma de conciencia local, nacional e internacional del conflicto. La dejo también en un diálogo inconcluso, en el que el gobierno ha incumplido los acuerdos que se firmaron en San Andrés Larráinzar. Ahora, a diferencia de lo que vivíamos antes, hay una solidaridad nacional e internacional para restablecer la justicia y reconocer la existencia igualitaria de los indígenas. Ellos reclaman no sólo ser admitidos con sus costumbres y valores, sino que exigen que se reconozca su existencia que antecede a la formación del país. México no está formado por un grupo étnico dominante al cual todos deben de someterse, sino por una diversidad pluriétnica que debe gozar de voz y participación. Este itinerario está en marcha y con ello no sólo se marca a la diócesis, sino a todo el país.

-Las negociaciones están estancadas, parece que han fracasado...

-¿Quién dice eso? ¿qué no conoces la historia? No es posible hablar de ningún fracaso porque la toma de conciencia indígena es un proceso irreversible. El indígena no ha dejado de ser sujeto y se sabe que están pendientes estos arreglos que gozan de la conciencia de la sociedad civil, y en los que el EZLN ya no es el motor exclusivo. Ahora bien, las negociaciones se detuvieron en la mesa número dos porque el gobierno no trajo ni invitados, ni asesores y no hubo diálogo, sino un monólogo que no permitió que se cumplieran los acuerdos que la Cocopa elaboró. A la Cocopa no le correspondía hacer este proyecto de ley que recogía los acuerdos de la mesa primera, y lo hizo como un gesto de buena voluntad. Sus miembros se sentían triunfantes porque lograron recabar las firmas zapatistas, pero las autoridades de Gobernación les pusieron 72 objeciones. Luego fueron sólo cuatro y más tarde dos, pero con ellas pararon el diálogo y frenaron la gestión de un proyecto de ley que pudo haber sido base de la discusión. Encima de eso hubo agresiones directas, incumplimiento de la ley y atropellos sin cuento que no han terminado. De ello hay un registro claro y bien documentado en los distintos medios de comunicación.

Morir dignamente

-Es decir que, en su opinión, ha sido el gobierno quien no ha tenido voluntad de resolver el problema ¿Ha sido así durante todo el proceso?

-Es eso exactamente lo que acabo de decir. Sólo durante el diálogo en catedral, y en períodos escasos, pudimos percibir cierta voluntad oficial. Cuando se inició la mediación, había aún ingenuas demandas por parte de los indígenas y se sentía que Manuel Camacho Solís ofrecía respuestas claras a las peticiones. Si hablaban de asistencia social, pues respondía que habrían más hospitales. En ese momento había presión nacional e internacional para que lo que ahí se dijera, tuviera un día y una hora para ser cumplido. Pero luego quisieron controlar el problema, no vimos ni negociación ni voluntad. Por el contrario, quisieron achicar al adversario golpeando y amenazando a la mediación. Sabían que nosotros veíamos muy claramente que había injusticias y quisieron bloquear nuestro trabajo. Con Esteban Moctezuma se restituyó un poco la confianza, pero lamentablemente pasaron por encima de él y le tendieron una trampa en la que quedó aplastado. Cuando yo le reclamé, me dijo: "no me lo va a creer, pero yo acabo de...

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