Santiago Creel Miranda: El candidato azul
| Autor | Edgar Félix |
Fotos: Gunther Sahagún
A la escuela Simón Bolívar del Pedregal llegaba Santiago Creel Miranda en bicicleta.
Tenía 6 años.
Otros alumnos lo hacían a caballo.
Al pequeño Santiago Creel le tocaba pasar por algunas veredas para ir a ese colegio desde su casa ubicada en Avenida San Jerónimo 492.
Hacía menos de 10 minutos en bicicleta, esquivando milpas y sembradíos de flores sobre las que se construían las primeras mansiones del Pedregal. El Periférico aún no había sido construido y por el río Mixcoac corría un caudal de agua.
Iniciaba el ciclo escolar de 1961. El pequeño nieto de Luis René Creel Terrazas, funcionario de la guardia porfirista conocida como los Científicos que se opuso al asesinato del presidente Francisco I. Madero, comenzaba su formación básica en la primera generación de la escuela Simón Bolívar del Pedregal, con "el espíritu del evangelio que anima e ilumina a la comunidad educativa", según señalan los documentos fundamentales de esta escuela, y que busca "suscitar su compromiso para una vida profundamente impregnada por el evangelio y para instaurar en la sociedad la civilización del amor".
A esta escuela llegaba el pequeño Santiago, nacido el 11 de diciembre de 1954. El primer varón del matrimonio de René Creel Luján y Dolores Miranda. Santiago sería el segundo hijo de cuatro hermanos: Dolores, casi dos años más grande que Santiago; Sofía, que murió a los 16 años cuando cursaba secundaria (1972), y Pedro Enrique, que nació en 1958.
Provenientes de Chihuahua, los Creel se establecieron discretamente en San Jerónimo a mediados de los cuarenta. Todavía les quedaban algunas propiedades de las 50 haciendas y ranchos que sumaban cerca de 28 mil kilómetros cuadrados de las que fueron dueños, de acuerdo al libro del historiador Mark Wasserman (Persistent Oligarchs Elites and Politics in Chihuahua, Mexico, Duke University Press).
Pero hacia 1961, al iniciar los cursos de educación básica, el niño Santiago apenas observaba el convulso panorama político internacional. En esos años, recuerda Javier Bordes Vértiz, ex director de esa escuela, llegaban a México varios lasallistas provenientes de La Habana, Cuba, expulsados casi inmediatamente después del triunfo de la revolución comunista (1959) que encabezaba Fidel Castro (formado también en escuelas lasallistas) y Ernesto Che Guevara. Y en México, Jaime Torres Bodet entonces secretario de Educación Pública en el sexenio de Adolfo López Mateos, entregaba por primera vez, a las escuelas primarias federales, miles de libros de texto gratuitos y lograba que Francisco Ignacio Madero fuera reconocido oficialmente como el "Benemérito de la patria".
Para entonces, el padre del niño Santiago, don René La Bola Creel Luján, llevaba tres años inscrito como militante activo del Partido Acción Nacional, que había postulado al chihuahuense Luis H. Alvarez Alvarez (1958) como candidato a la Presidencia de la República, y en cuya campaña participó como propagandista La Bola Creel, al lado de Gabriel Palomar y Silva. El hermano de René y tío de Santiago, Enrique El Güero Creel Luján, destacaba notablemente en las filas panistas hasta que se convirtió por méritos, algunos años después, en el tesorero del PAN, explica Gerardo Ceballos, coordinador del Centro de Documentación e Información sobre el PAN. "Conformaban para entonces el grupo del Sur, en el que estaban también Manuel Gómez Morín, y sus hijos Mauricio y Juan Manuel, así como Enrique Ayala, El Chino Jesús Hernández y Miguel Hernández Labastida; pero el que más destacaba era El Güero Creel".
La 'madre Sargento'
En aquellos días de 1961, el niño Creel solía orar todas las mañanas antes de iniciar las clases. Hincado durante varios minutos, en silencio, rezaba por arrepentimiento o para elevar una plegaria a Dios. Esta tradición todavía se realiza ante un crucifijo y ante la imagen de la Virgen de Guadalupe, rememora Manuel Velasco Arzac, ex director del colegio Simón Bolívar del Pedregal y ahora presidente de la Federación de Escuelas Particulares del Distrito Federal. Cuenta que...
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