Entre santos y demonios

AutorSergio Zepeda

Al borde de la escalinata, un grupo de niños finge escuchar las palabras de la monja clarisa que los amonesta. En realidad están más interesados en lo que ocurre a su lado: una boda ha terminado y los novios descienden por la alfombra roja que fue colocada sobre los escalones de piedra.

Se trata de un típico sábado en el oeste de la ciudad de Cali, en el barrio de San Antonio. Caminar por aquí supone un atractivo eminentemente visual. Uno descubre a cada vuelta de esquina nuevos deleites: callecitas empedradas con inclinaciones imposibles, pequeñas casas con tejados típicos del paisaje colombiano, paredes y más paredes coloridas, la ocasional obra de arte asomando por una ventana...

Nos dirigimos, primero, hacia el eje de San Antonio, una capilla de estilo colonial construida en 1747: absorbemos su torre de ladrillo rojo, las paredes blanquísimas y, al interior, vigas de madera y un retablo barroco repleto de imágenes de quién sabe qué tantos santos. Pero no venimos precisamente por ver lo que se halla dentro del templo, sino porque nos han dicho que este histórico barrio, en las alturas, ofrece una de las mejores vistas de la ciudad.

Cruzamos el empedrado justo frente al templo y nos apostamos en el mirador: cerca, frente a nosotros, los techos bajos; un poco más lejos, los modernos rascacielos que comienzan a aparecer en el panorama caleño; y a nuestra derecha, el Cerro de las Tres Cruces, de donde, cuenta la leyenda, fue expulsado el famoso demonio Buziraco.

Para escuchar el relato entero, ha que moverse a un par de cuadras de distancia, hacia la Loma de la Cruz, el lugar donde generalmente se reúnen los cuenteros de la zona. La historia de Buziraco (detalles más, detalles menos: variaciones de la tradición oral) cuenta que a principios del siglo 19, una serie de plagas asolaron la ciudad.

Se echaron a perder las cosechas, la gente moría por epidemias de peste, dengue y viruela; por todo Cali se percibía un intenso olor a azufre. Y por la noches, sobre el Cerro de las Tres Cruces se aparecía un enorme murciélago, un demonio al que llamaban "Buziraco".

Hacia 1837, dicen, un par de frailes exorcizó el cerro, colocó tres enormes cruces de guadua (especie de bambú), y cesaron los problemas durante casi un siglo. Pero en 1925, cuando un terremoto de 6.8 grados Richter derrumbó casas e iglesias de la ciudad, muchos lo atribuyeron a la liberación de Buziraco. Algunos aseguran que aún anda suelto por Cali, otros, que en realidad el espíritu...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR