Secretos de Alemania / Berlín, 1936

AutorGuadalupe Loaeza

Ahora que estamos en fechas olímpicas, no hay mejor tema para nuestra columna que evocar los juegos de hace exactamente 80 años, cuando el mundo se preparaba para presenciar con enorme curiosidad lo que estaba por ocurrir en Berlín.

Quizá, esos Juegos Olímpicos todavía sean los más famosos de la historia por la fastuosidad con que se celebraron, la expectativa que despertaron y, sobre todo, porque eran la oportunidad del régimen nazi para quedar bien con el mundo. Pensándolo bien, en eso se parecen a las actuales Olimpiadas: el gobierno de Brasil también trata de usar políticamente los juegos para despertar la simpatía de todos los países (incluidos los que no reconocen al presidente golpista y corrupto Michel Temer). Mientras que en Berlín participaron 3 mil 963 atletas, a Brasil llegan 10 mil 500. También se han multiplicado los eventos, pues mientras que en Berlín se efectuaron 129 competencias (de 19 deportes), en las Olimpiadas de Río se harán 306 torneos (de 28 deportes). Finalmente, mientras que en Berlín participaron 49 países, este año se cuenta con 206.

Nos preguntamos cómo le hace el Comité Olímpico Internacional para seleccionar los países que albergan los juegos. Mientras que Río de Janeiro se declaró en estado de calamidad pública y al borde del estallido social, en 1936 también hubo polémica por el hecho de que el régimen nazi organizara los juegos. Hitler consideraba ocioso que Alemania fuera sede olímpica, y casi tuvo que ser convencido por su gabinete de que hiciera lo posible por obtener los juegos. Sobre todo por Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda, que le explicó su importancia para la política internacional.

Cuando Hitler se convenció, otorgó 6 millones de marcos para la organización. Entonces, comenzó la construcción del estadio olímpico para 100 mil personas. El Führer tenía la ambición de hacer el estadio más grande del mundo y la villa olímpica más bella. Durante tres años, los alemanes se dedicaron a embellecer Berlín y a preparar los juegos. Los 2 mil empleados que construyeron la villa y el estadio eran arios certificados y se hicieron leyes para evitar que los judíos pudieran participar en la organización de la Olimpiada. A causa de la hipocresía de los nazis, días antes de la inauguración, se quitaron de las calles los anuncios discriminatorios contra los judíos.

No obstante, hubo una joven atleta que despertó la furia de Hitler, Gretel Bergmann, especialista en salto de altura. Gretel deseaba competir...

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