La Seducción: Deja con la boca abierta

AutorRafael Aviña

"Mentir es como una caries, una pequeña mentira y ahí desemboca todo", es la reflexión paranoica de Frank Sangster, un exitoso dentista, con un rentable consultorio, una novia atractiva y cariñosa y una vida estable y prometedora que repentinamente empieza a sumergirse en la demencia, el sexo y el crimen cuando es seducido por una sensual paciente, Susan Ivey (Helena Bonham Carter) con severos problemas de drogadicción, que no sólo se acuesta con su hermano, un violento junkie, sino que muy pronto le tima recetas de Demerol y le vacía el stock de narcóticos que el protagonista emplea a diario con sus pacientes.

Se trata de La Seducción (Novocaine, 2001), dirigida por el debutante David Atkins, una brillante y muy divertida pieza de suspenso y humor negro sobre la mentira y la obsesión. Un filme que reelabora el estilo dramático de los thrillers paranoicos del mejor cine negro de los 40-50, como Peligros del Destino/Detour (Edgar G. Ulmer, 45) y a su vez, se coloca al filo entre la parodia y el más anómalo cine de culto en el que caben los Coen y David Lynch, a partir de la espiral de absurdas complicaciones en la que se ve inmerso el Dr. Sangster protagonizado por el notable Steve Martin.

De hecho, Martin ya había interpretado a su contraparte, el dentista sadomasoquista de la segunda versión de La Tiendita de los Horrores (86) y como le sucedía en Cliente Muerto no Paga (Carl Reiner, 82), se ve envuelto en una serie de extrañas, violentas y hormonales situaciones al involucrarse con una bella mujer. De entrada, resulta interesante que Atkins evita la paranoia odontológica alrededor de la figura médica de bata blanca y tapabocas, provisto además de todo un arsenal de instrumentos de tortura o de limpieza, según se vea, como sucede en Maratón de la Muerte, de John Schlesinger y El Dentista, de Brian Yuzna.

Como lo indica su título original, el término Novocaína, medicamento sintético que apareció hacia 1905, anestésico local inyectado y de uso común entre los dentistas, funciona como una alegoría de las vivencias del protagonista quien busca una solución inmediata a sus problemas: se ve acosado...

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