Serenidad en blanco

AutorIvett Rangel

Fotos: Ivett Rangel

Enviada

WHITEHORSE, Yukón.- Esta es la tundra, y mantenerse alejado del frío no es opción cuando se desea conocer a fondo este territorio canadiense.

Con una temperatura de -17 grados centígrados, que los habitantes consideran como "cálida", luego de haber tenido varios días con -30, hay que vestir adecuadamente: dos o tres capas térmicas, chamarra, pantalones y botas diseñadas para soportar temperaturas muy bajas; además dos pares de guantes (uno de tela y otro impermeable).

Tampoco hay que preocuparse por la ropa que hay que empacar. Afortunadamente, en esta ciudad hay sitios que la rentan a los turistas.

Una vez bien abrigados, es hora de caminar por Whitehorse, la capital de Yukón, que no tiene nada que ver con el paseo turístico que las grandes urbes suelen ofrecer.

Con apenas 27 mil habitantes, esta ciudad luce vacía. Parece más un lugar obligatorio para quienes conducen a través de la turística Alaska Highway, la autopista que conecta a Yukón con Alaska. Ahora sólo hay viajeros y copos de nieve en las calles.

Aunque no siempre fue así. Hacia el verano de 1896, más de 40 mil personas, comandadas por Skookum Jim Mason, migraron hacia este territorio a causa de la Fiebre del Oro; el metal se encontró cerca del afluente del río Klondike.

Sin embargo, de aquella época de esplendor sólo quedan antiguas imágenes en restaurantes y hoteles de la ciudad. Porque, para cuando inició el siglo 20, la mayoría de la gente ya se había ido de Whitehorse.

En la actualidad, la ciudad está habitada en su mayoría por personas provenientes de otras provincias canadienses y países europeos, que aman la naturaleza,

la tranquilidad y estar al aire libre. Y, evidentemente, que no le temen al frío.

Puede recorrerse en máximo una hora, pero no hay necesidad de acelerar el paso. En Whitehorse nadie tiene prisa. Incluso, los automovilistas se detienen muchos metros antes para que el visitante cruce la esquina sin presión o tome fotos de uno de los dos cines o el parque con algunas esculturas de hielo desde la acera contraria.

"En Whitehorse y en todo Yukón, la gente es muy amable, amigable y generosa", asegura Otelina Sánchez, una mexicana que encontró hace 40 años su hogar en este gélido paraje. En su restaurante Sánchez Cantina, deleita los paladares con enchiladas, mole poblano, pozole y chiles rellenos, entre otras delicias.

Sólo hay que superar las sobrias fachadas de cada local y animarse a abrir puertas para descubrir los sabores en este...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR