Sergio Aguayo / Los cómplices

AutorSergio Aguayo

En mi litigio contra el ex gobernador de Coahuila Humberto Moreira, he padecido la parcialidad de la justicia capitalina.

Mi trabajo depende de la información verificada. Cuando escribí una columna sobre la detención de Humberto Moreira en Madrid (enero de 2016) tenía copia del acta de la Audiencia Nacional de España. Moreira estaba en prisión, como presunto responsable de "blanquear capitales", "pertenencia a organización criminal", "malversación de caudales públicos" y "cohecho". Con eso y otros documentos, aseguré que Moreira olía a corrupto, había violado derechos humanos y era ejemplo de impunidad.

Esperó seis meses para demandarme por daño moral. Lo hizo en un juzgado civil de la CDMX y pedía 10 millones de pesos. Durante los primeros siete meses padecí a un juez, Alejandro Rivera Rodríguez, determinado a complacer al ex gobernador. Para enfrentar el acoso, presenté una queja ante el Consejo de la Judicatura capitalino.

En tanto resolvían mi inconformidad, el juez Rivera me obligó a depositar una fianza por 225 mil pesos; luego, ordenó entregar ese dinero a Moreira. Cuando apelé, se subió al escenario el magistrado Francisco Huber Olea; protegió tanto a Moreira, que se rehusaba a obedecer la orden de la justicia federal: debían restituirme los 225 mil pesos.

Cuando la queja surtió efecto, el primer juez (Alejandro) salió del caso; lo sustituyó Francisco Castillo González, quien durante un par de años trató con profesionalismo el asunto. En marzo de este año emitió un fallo dándome la razón. La sentencia, muy sólida, fue apelada por Moreira y ¿qué creen? ¡El caso fue entregado al magistrado Huber! Reaccioné escribiéndole una carta al presidente del Tribunal Superior de Justicia de la CDMX, Rafael Guerra Álvarez. Fundamenté "la parcialidad del magistrado Olea" y solicité, por escrito y con llamada telefónica, una reunión con el presidente del Tribunal. Jamás me respondió; su desdén anticipaba el desenlace. La semana pasada el magistrado Huber me sentenció a pagarle 10 millones de pesos a Moreira y el costo de varias inserciones.

Durante estos años, también constaté la protección recibida por Moreira desde los círculos de poder federales y estatales. Dejo por ahora ese ángulo, para centrarme en el fondo de la demanda. Moreira me demandó -sostengo como hipótesis de trabajo- cuando empecé a coordinar investigaciones académicas sobre la presencia del crimen organizado en Coahuila...

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