Sergio Aguayo Quezada/ Derecho a la Información: El sabor del optimismo

AutorSergio Aguayo Quezada

La tradición dicta que en las navidades fluyan las actitudes positivas. Pocos años han sido tan propicios como éste. La mayoría de los mexicanos vemos con optimismo el futuro por la forma pacífica en que se dio el cambio de régimen y porque hay pocas posibilidades de otro cataclismo económico. No todo está bien, por supuesto. Continúa la batalla por el derecho a la información ante la cual Vicente Fox y su gobierno exhiben una preocupante inconsistencia.

Ya era hora de tener una Navidad sin incertidumbre. Los últimos 30 años han estado marcados por violentas erupciones de inestabilidad financiera con devaluaciones seguidas de inflación, y teniendo como telón de fondo la represión estatal, los fraudes electorales y el cinismo. Hubo navidades más amargas que otras, por supuesto, y recuerdo con especial desagrado las del 68, 76, 82, 85, 88 y 94. Se destrozaron los planes y se hicieron pedazos proyectos de vida, y en su lugar florecieron las deudas, el desempleo, la carestía y la desesperanza. En ese ambiente crecieron los que ahora son jóvenes y que ven con justificado escepticismo a las instituciones y a los adultos.

El 2000 es diferente. Las cifras macroeconómicas son buenas y ha desaparecido el temor a una devaluación. Se ha disparado el crédito para el consumo, y basta con ver a los tumultos que asaltan las tiendas agitando sus plásticos. Entiendo que se trata de generalizaciones que no todos comparten. Hay millones de mexicanos que viven cada día oprimidos por la miseria y la desesperanza, y existen grupos agobiados por el recuerdo del 2 de julio.

El priismo anda con las alas rotas, el espíritu quebrantado y el semblante fúnebre. Pero incluso algunos de ellos reconocen en privado que el cambio de régimen ha sido menos traumático de lo que esperaban. La derrota ha provocado un desplazamiento de personal menor al esperado y hasta me queda la impresión de que el número de priistas lanzados al paro es menor a la mortandad vivida durante los relevos de familias priistas (recuerdo en particular a echeverristas y salinistas). Desafortunadamente, resultó imposible encontrar cifras para validar esta sensación.

Hay un reciclaje de cuadros del viejo régimen que expresa la resistencia y adaptabilidad de los priistas, y la disposición que están mostrando los nuevos gobernantes para no ofender a los que se van. Parece hasta milagrosa la forma en que algunas carreras marchitas están floreciendo con el rocío vivificante de un foxismo generoso y no faltan...

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