Sergio Aguayo / Frena

AutorSergio Aguayo

El Presidente provocó a Frena, diciéndole que renunciaría si reunían 100 mil personas. En tres días llenaron la mitad del Zócalo. ¿Cómo interpretarlo?

Sabemos poco sobre la composición, origen y fuentes de financiamiento de Frena. Sus declaraciones y consignas confirman la definición que de ellos hiciera Bernardo Barranco en Milenio: un "peligroso cóctel de la derecha empresarial y de la ultraderecha católica" con un "discurso de odio" y destrucción.

Por ahora, lo verdaderamente relevante, y a lo que dedico el resto de la columna, es que Frena surge, se instala y se siente cómodo fuera de las instituciones que están siendo incapaces de incorporar a las fuerzas sociales emergentes. En Europa, la ultraderecha forma partidos y compite con otras fuerzas, proponiendo la superioridad racial, la expulsión de migrantes, el rechazo a la Unión Europea, entre otros temas. Frena no muestra, por ahora, ningún interés de convertirse en partido o asociación civil, ni en lograr acuerdos con el PAN, PES y México Libre.

Este deseo de permanecer fuera lo interpreto como un reconocimiento tácito de los enormes obstáculos que hay para la participación en la vida pública.

Los partidos han transformado a las instituciones en reductos exclusivos, que regentean para el beneficio de unos cuantos, sin haber sido capaces, hasta ahora, de resolver los grandes problemas nacionales.

La principal consecuencia es la existencia de un reclusorio virtual donde deambulan grupos de diverso signo ideológico. Ejemplifiqué a la derecha con Frena. En la izquierda estarían, entre otros, los zapatistas atrincherados en las montañas y las cañadas chiapanecas, las feministas enfurecidas porque las instituciones son incapaces de atender sus exigencias, o los ambientalistas, que observan impotentes las atrocidades que comete, en su nombre, un partido, el Verde Ecologista, ahora aliado de un gobierno sin verdadero compromiso con la naturaleza.

Hay otros actores sin lugar en la vida institucional. Estarían los familiares de las víctimas de la violencia criminal, ignorados por un Presidente que sólo atiende un puñado de casos; los científicos y académicos vilipendiados y maltratados por un jefe del Ejecutivo que los tilda de mafiosos o aviadores; y los mexicanos que huyen del país, para sumarse a una diáspora en incesante crecimiento.

En otras palabras, la arquitectura institucional no está funcionando y los partidos no tienen...

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