Sergio Aguayo / La mala vecindad

AutorSergio Aguayo

WASHINGTON, D.C.- Los mexicanólogos en Estados Unidos se preguntan qué tanto se modificará con Enrique Peña Nieto la cooperación que recibió Washington del gobierno anterior. Lo verdaderamente novedoso sería que la sociedad mexicana se involucrara en la relación.

Este domingo Dana Priest publicó en The Washington Post un texto notable sobre el estado de las relaciones en el ámbito de la seguridad. Reconfirmó lo que Wilbert Torre había detallado en Narcoleaks: el gobierno de Calderón se encomendó a Estados Unidos y dejó que la potencia se metiera en todos los aspectos de la seguridad mexicana. Sirvió de poco. Fracasaron porque seis años después siguen fluyendo drogas y armas pese a nuestros 100 mil muertos y desaparecidos. ¿Qué sigue? Lo racional sería que buscaran políticas alternativas. El nuevo gobierno mexicano lo está intentando; Washington insistirá en lo mismo a menos que lo presionemos.

Hay dos hechos incontrovertibles: 1) el contrabando de armas de Estados Unidos a México "alimenta la violencia" que padece nuestro país; y 2) "dada la magnitud del [tráfico de armas] y el marco jurídico que las regula en Estados Unidos [estamos ante] un asunto irresoluble". Estas ideas tan crudas las escribió el ex embajador Tony Garza en dos cables, uno de 2007 y otro de 2009. Siguen reflejando la realidad porque la Asociación Nacional del Rifle y los conservadores doblegaron el intento del presidente Barack Obama de aplicar controles a la venta indiscriminada de armas y municiones.

Instalado en el fatalismo Washington oculta la realidad; como no desean que nuestra sociedad se entere y crezcan las críticas (si algo aborrecen es lo que ellos llaman el "US-bashing") callan en público lo que reconocen en privado. Para demostrarlo están los discursos de Barack Obama, los pronunciamientos de la Asociación Nacional del Rifle o los informes sobre derechos humanos que cada año presenta el Departamento de Estado. Nada dicen sobre la sangría causada por su incapacidad y falta de voluntad para controlar el contrabando.

Han podido minimizar el problema porque han contado con el apoyo mexicano. Es cierto que cuando el ex presidente Calderón iba a Estados Unidos les recordaba en sus discursos lo que estaba pasando, y el entonces procurador Eduardo Medina Mora y el ex embajador Arturo Sarukhán, entre otros funcionarios, sacaban el tema cada vez que podían.

Sin embargo, el discurso público no repercutió en hechos concretos: en el sexenio pasado no hubo un programa...

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