Sergio Aguayo Quezada / Contando cruces

AutorSergio Aguayo Quezada

A la memoria de Samuel Ruiz, Obispo de pobres.

Cuando las cifras son confiables las opiniones se transforman en hechos. Los conteos de muertos en la actual guerra confirman que hay avances dentro de la desorganización oficial, que sigue el menosprecio por la vida humana en nuestra cultura y que los medios independientes pueden jugar un papel vital. El 17 de junio del 2007 Enfoque de Reforma publicó una investigación realizada por el diario sobre el primer semestre de hostilidades. Lo titularon, apropiadamente, "Parte de guerra". Encontraron tal aumento en la mortandad que tomaron la decisión de darle permanencia y desde aquel año es un recordatorio constante del factor humano. Su metodología consiste en sistematizar la información reunida por el Grupo Reforma y, según esta fuente, en 2010 hubo 11 mil 583 ejecuciones ligadas al crimen organizado.

El gobierno declaró la guerra pero no contabilizó las consecuencias. Por ello nos sorprendió que el 3 de agosto de 2010 Guillermo Valdés, director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), informara en el primer diálogo sobre seguridad convocado por Felipe Calderón que los muertos del sexenio ya eran "más" de 28 mil, una cifra superior a lo registrado por los diferentes medios impresos que, para entonces, ya estaban haciendo sus propios cálculos. Hace unos días el vocero de la Presidencia, Alejandro Poiré, volvió a sacudir a la opinión pública interesada cuando declaró que en 2010 hubo 15 mil 273 ejecuciones, ¡3 mil 690 más que la cifra publicada en Reforma!

Según la metodología empleada por el gobierno el conteo inició en algún momento de 2009. Todas las dependencias federales y estatales envían su información al Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (Cenapi) de la PGR, que maneja este proyecto con criterios claros y razonables aunque se queda corto en el costo social. La mortandad es mayor porque el gobierno no incluye en sus cuentas las bajas del gobierno, de civiles y a los desaparecidos. Ya habrá tiempo y espacio para comentar y contrastar metodologías.

Reconozcamos el avance de cifras oficiales razonablemente confiables. Daba pena el desorden en las estadísticas. Por ejemplo, en julio de 2010 el procurador general de la República aseguró que los muertos eran 24 mil 826, y un mes después el director del Cisen aumentó 4 mil bajas al conteo. La seriedad y el rigor en el manejo de la información son poco comunes en el aparato de...

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