Sergio Aguayo Quezada / El menosprecio

AutorSergio Aguayo Quezada

En México lo común es que se menosprecie y exprima al consumidor o usuario. En ese ámbito se diluyen las diferencias en el color del partido o en la nacionalidad de quien posee la empresa. Situación que sólo podrá corregirse cuando mejore la organización de los ahora maltratados.

Telcel. El negocio de los celulares se ha convertido en una máquina de hacer dinero para Teléfonos de México. Cobran tarifas altísimas en relación a otros países e imponen a su antojo servidumbres y condicionamientos para evitar la partida de los clientes.

Por lo caro del servicio empecé a buscar alternativas al servicio de Telcel y, en consecuencia, exploré el procedimiento que debía seguir para cancelar el contrato que tengo con ellos desde hace años. Me encontré con la exigencia de que la cancelación sin costos sólo puede hacerla el titular de la cuenta el momento exacto en que se vence el contrato. Ese día, no antes ni después, tiene que presentarse el titular del servicio a las oficinas de Telcel con identificación y carta explicatoria de los motivos para el abandono. Están prohibidas las cartas poder o los representantes salvo que el titular ande fuera del país en cuyo caso tiene que hablar desde el exterior a Telcel para confirmar que la ausencia física es verdadera. Es evidente que con tantos obstáculos lo que buscan es disuadir la partida de los clientes que busquen liberarse del yugo de sus elevadas tarifas.

BBVA Bancomer. Es variada la forma en que los bancos que operan en México extraen ganancias ilegítimas de sus clientes. Lo ejemplifica BBVA Bancomer (propiedad de inversionistas españoles) que, según información de Reforma, tuvo en el primer trimestre del 2005 un "ingreso financiero neto" superior en un "41 por ciento al del primer trimestre de 2004". Esto significa que percibe mucho más por intereses y comisiones de lo que gasta en dar servicios. La tacañería se nota.

El BBVA acostumbra interrumpir sin aviso el servicio de banca por internet. Hace año y medio perdí seis horas en volver a conectarlo porque tuve que hacer los trámites en la sucursal. Funcionó bien hasta el 15 de diciembre cuando volvieron a suspenderme el acceso. Después de varias llamadas me enteré que la responsabilidad era mía porque, según me dijeron, el banco había puesto un aviso en su portal diciendo que tenía que pasar a recoger una tarjeta. De nada me sirvió decir que nunca lo vi. Asunto mío. La única forma de reconectarlo era presentándome personalmente a la sucursal...

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