Sergio Aguayo / El único bebedero

AutorSergio Aguayo

En estos días nos desbocamos en la compra, la ingesta y los traslados ignorando los abusos. Por la Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente (TAPO) pasan 32 millones de usuarios al año, por el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) 34 y por Perisur, 24. Estos 90 millones sólo tienen un bebedero gratuito.

México es un paraíso del capitalismo salvaje. Por complicidades o displicencias gubernamentales, buena parte del empresariado se avoraza sobre la ganancia rápida. Y la venta de agua embotellada se presta para ello. En 2014 cada mexicano consumió en promedio 180.2 litros anuales, cuando la ingesta en el mundo fue de 41.8 litros. Según algunas estimaciones producir una botella de agua cuesta 10 centavos y en los tres lugares mencionados se vende entre cinco y 32 pesos. Así pues, la mayor parte de los 205 mil millones de pesos que se movieron en 2014 fueron utilidades.

En el trasfondo está el desequilibrio entre ciudadanía y vendedores. Los compradores están indefensos; deberían tener la protección del Estado pero éste sólo actúa cuando hay presión y los consumidores y viajeros están atomizados y carecen de una organización que los represente.

Perisur es el centro comercial más redituable de México. Sé que un venero de utilidades son los estacionamientos pagados; y supongo que la venta de agua también es altamente rentable. Este popular centro de reunión, paseo y esparcimiento está en una ciudad gobernada por la izquierda desde 1997. Supongo que para sentirse revolucionarios, los asambleístas modificaron a principios de 2015 la Ley de Establecimientos Mercantiles del Distrito Federal que impone a las plazas comerciales con un aforo mayor a 50 personas la obligación de instalar bebederos con agua potable para el libre consumo de clientes y empleados. Quienes administran Perisur se hicieron los remolones y para cubrir las apariencias instalaron ¡un bebedero! Las leyes, ya lo sabemos, se aprueban pero son ignoradas porque las autoridades usualmente son displicentes o se han vendido.

En el DF cambiaron otra ley para hacer obligatoria la oferta de agua para consumo humano en parques y edificios públicos y de gobierno. Pues bien, la TAPO y el AICM son edificios públicos que carecen de bebederos. Por espacio dejo la TAPO para otra ocasión y me concentro en el AICM, uno de los aeropuertos más hostiles que conozco. Como está pensado para vender, las tiendas son luminosas y los baños lúgubres y...

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