Sergio Elías Gutiérrez/ San Mayito

AutorSergio Elías Gutiérrez

Justo cuando nuestro padrón de héroes cívicos iba a la baja, cuando mengua -aunque no al grado de desaparecer- la buena fortuna de Vicente Fox, cuando Marcos, el "sup", se apresta a perder la máscara en el encuentro con o contra el gobierno que sostendrá en marzo próximo, aparece, para solaz de los medios y del morbo social, un nuevo héroe.

Se trata de Mario Rodríguez Bezares, mejor conocido en los medios televisivos como Mario Bezares, y rebautizado por su descubridor el señor licenciado don Francisco Stanley, q.e.p.d., como "Mayito", mote para sus amigos, entre los que no tengo la fortuna de contarme.

Mayito cobró celebridad cuando su mentor y amigo el licenciado Francisco Stanley, alias Paco Stanley, dio un golpazo con un programa de televisión llamado Pácatelas. Entre las gracias de Paco estaba el tener como patiño a un actor, o al menos aspirante a serlo, que hoy es nuestro héroe.

En sucesivos programas que salían y entraban al aire, Paco y Mayito fueron aumentando su popularidad. El éxito y el alto "raiting" conseguido por la pareja no impidió que un buen día, sin causa aparente, saliera de la programación de Televisa y reapareciera luego en TV Azteca, con igual y quizá superior éxito.

Stanley se convirtió en uno de esos ídolos sociales que no andábamos buscando. Pasó de conductor y comediante a hacerle competencia al declamador sin maestro. Para sus seguidores, la poesía se inventó con Paco Stanley, sus discos volaban, de seguro muchos amoríos se fraguaron bajo el influjo de su voz.

Su éxito televisivo y el haberse convertido en una especie de icono de la comunicación lo llevaron a denunciar con compungido gesto lo grave que resulta consumir drogas.

La campaña "vive sin drogas" que patrocina su televisora le encargaba ser portavoz del mensaje que alejaría a los jóvenes de ese flagelo. Apenas un día antes de su asesinato, por causas que vuelven a ser desconocidas, había hecho apología de esa causa.

Con la muerte de Stanley, Mayito de repente vio opacarse su buena estrella, no sólo porque terminaba la posibilidad de seguir bajo la sombra televisiva de aquél, sino porque la adversidad tuvo cara de proceso penal.

Ya no se trataba sólo de ser un testigo en el caso Stanley, de repente se vio acusado de ser partícipe en el homicidio de aquél.

Primero se dictó un arraigo para averiguar su probable participación en esos hechos; luego se le "obsequió", como se dice en el medio judicial, una orden de aprehensión solicitada por el procurador del...

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