Sergio González Rodríguez / Twitt-Luhan

AutorSergio González Rodríguez

Marshall McLuhan habla en una sesión espiritista. Ésta es la transcripción, expurgada de inconsistencias verbales hasta donde fue posible, del monólogo en voz ronca de McLuhan:

Hicimos las herramientas, después las herramientas nos hicieron. Me preguntan qué opino de Twitter: es un medio de pulsiones. Ensambla lo pulsional y lo visceral (la función abstracta del deseo y la respuesta emotiva). Es instantáneo e implosivo: la señal emitida cimbra la red neuronal hacia un interior que la oscurece poco a poco. Su funcionamiento involuciona el principio de consentimiento: lo aliena y adhiere al sistema que lo sostiene. Twitter es el clímax de los contratos de adhesión. El sistema en sí es el paradigma de lo contemporáneo: el conjunto de los vínculos humanos, públicos, civiles y políticos, la cultura global que le es inherente, Internet y plataformas como Facebook y Twitter. Para evocar la magnitud del nuevo paradigma hay que invertir mi fórmula consabida: "el medio es el mensaje". Ahora el mensaje es el medio, o mejor dicho: el paradigma es el medio. La estructura formal y el gigantesco sistema que la posibilita configuran el nuevo paradigma. Se equivocan por completo quienes piensan que la época actual carece de grandes relatos o paradigmas.

La fragmentariedad, lo híbrido, lo fugaz, el nomadismo se explican y potencian (al igual que sus patologías: la contingencia, la lejanía, la locura, la incertidumbre, el catastrofismo, la paranoia, el pánico) bajo el triunfo del nuevo paradigma: la matriz de las nuevas técnicas de la información y la comunicación.

Twitter ejemplifica la renuncia a la identidad personal, es una desencarnación que muta en señal electromagnética por el desgaste de la propia materia. Su contenido básico ordenado por el sistema y el entretenimiento reduce a lo mínimo el esquema comunicativo. Lo sinóptico anula lo textual, lo reformula. La tendencia reductiva refleja la degradación inherente. La síntesis de pulsiones y emociones propulsadas por la fuerza del gasto inherente se traducen en diversión digitalizada.

Twitter rechaza el raciocinio, lo suyo es el territorio de lo afectivo. No es un medio reflexivo, sino conectivo: simultáneo y múltiple. En sus mensajes observamos el presente desde un espejo retrovisor. Avanzamos hacia atrás dentro del futuro. La pérdida de la identidad corpórea se disuelve en el eco. Narciso y Eco reviven y mueren en cada mensaje bajo la Aldea Global. En Twitter se proyectan los afectos y su contrario...

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