'Un sexenio contado por los hijos de políticos'

AutorAndro Aguilar

Foto Hugo Balcazar

Para el escritor Juan Pablo Villalobos (Guadalajara, 1973), la trama de sus historias está subordinada al personaje que las narra, por lo que si tuviera que escribir la novela que retrate lo que ha sido el México de este sexenio, la voz ideal para contarla en primera persona sería el hijo de un político.

"Elegiría la voz de alguno de los hijos de nuestros políticos, alguna de las hijas de (Enrique) Peña Nieto, de los hijos de los políticos que están siendo perseguidos por casos de corrupción, y contaría ese mundo despreocupado que estos chicos tienen gracias a este sistema de corrupción perfecto que los beneficia.

"Estos chicos están a salvo, no tienen ningún peligro, porque la violencia no los toca, ni la inseguridad económica. Sería una voz desde el cinismo y la despreocupación quien podría reflejar muy bien el país que tenemos", señala.

El jalisciense retrató en sus primeras tres novelas -siempre irreverente- la violencia, la desigualdad y el conservadurismo mexicanos, a partir de los narradores de sus historias.

Así, en Fiesta en la madriguera (Anagrama, 2010), Villalobos expuso el mundo sangriento del narcotráfico a través de los ojos de un niño.

En su segunda novela, Si viviéramos en un lugar normal (Anagrama, 2012), el tapatío abordó la pobreza, la desigualdad y la crisis económica de los años ochenta, con la historia de una familia empecinada en acceder a la clase media.

La forma como se construye la memoria histórica fue encarada por el autor en su tercer libro: Te vendo un perro (Anagrama, 2014), en donde también reivindica el papel de los marginados.

En No voy a pedirle a nadie que me crea (Anagrama, 2016), la novela con la que Villalobos obtuvo el Premio Herralde, la trama gira en torno a una red trasnacional de lavado de dinero orquestada por mexicanos.

A pesar de que Villalobos sostiene que la ficción y la realidad son líneas paralelas que no se tocan, reconoce que la idea de que la realidad supera a la ficción en México ocurre por la poca verosimilitud de las historias de la clase política.

"(Ocurre) en vista de lo grotesca que es nuestra realidad, en vista de que a veces la realidad mexicana parece que tiene un muy mal guionista, que tiene un muy mal escritor detrás".

Y pone como ejemplo el caso paradigmático de corrupción gubernamental reciente: Javier Duarte.

"Si uno piensa en el escándalo de corrupción del ex gobernador de Veracruz, uno pensaría que esa historia está muy mal escrita, es absolutamente inverosímil, no respeta ningún código de verosimilitud. Sin embargo, es hasta donde sabemos, la realidad".

Pero la ficción, advierte Villalobos, tiene otros potenciales, es capaz de tocar la realidad y sugerir lecturas alternativas, ofrece vías para sobrevivir a esa realidad.

Para escribir sus tres primeras novelas desde Barcelona, con México como escenario, Villalobos se basó en lo que recordaba al haber residido en su país hasta los 30 años de edad. Le tocó ver devaluaciones monetarias, inflación económica, magnicidios políticos, enriquecimientos ilícitos y el asentamiento de las drogas para consumo en el territorio mexicano.

Y, sin embargo, hasta 2003, cuando Villalobos dejó México, la alternancia había llegado a Los Pinos tras siete décadas de gobiernos del PRI, no había una "guerra contra el narco" y la violencia no alcanzaba los niveles actuales, no vistos desde hace dos...

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