Silencio: nunca más

AutorGünter Grass

Pero antes de empezar el urgente debate sobre este recentísimo crimen de guerra, los invito a mirar al pasado. Después de todo, como escritores somos más que contemporáneos, ya que por nuestra profesión también tenemos que ver con el pasado. Un siglo ha terminado, acompañado de ese temor doméstico, aunque nuestras sacrosantas redes de cómputo no hayan sido compatibles. Un nuevo siglo comienza, con un aire de inocencia y jugando -como si fuese el diablo- a la globalización, pregonando el progreso y el futuro y haciéndonos creer que el pasado ha quedado atrás, que ha quedado escrito o -según el uso del alemán moderno-bewältigt (superado). Sabemos que tales deseos y profecías no tienen fundamento. El pasado siempre se las ha ingeniado para ir al parejo de nosotros; y a la literatura le debe el triunfo en varias carreras en contra del presente. No importa cuál haya sido la verdad del siglo anterior -guerras y genocidio, hambre e inflación, el poder centenario de las ideologías y su lastimosa y abrupta bancarrota-, en cada uno de estos casos fueron los escritores quienes dieron su testimonio: casi siempre en contradicción con la historiografía oficial, en algunas ocasiones -estando en prisión- de manera codificada y en otras anticipándose al futuro.

Así pues, dejemos que el siglo pasado desfile ante nosotros por la pasarela literaria. Esto sólo es posible mediante saltos temporales. Hay demasiadas cosas que reclaman a un tiempo ser consideradas en primer lugar, que no quieren quedarse atrás. Pero tengo que ser breve. Unos cuantos ejemplos serán suficientes.

Ocurrió durante la Primera Guerra Mundial, en Turquía. Cientos de miles de armenios, hombres, mujeres y niños fueron asesinados, fueron llevados al desierto, lo cual equivale a ser llevados a la muerte. Sin embargo, nuestro conocimiento del genocidio de los armenios, que ha sido negado por los gobiernos turcos hasta ahora, sería pobre o insuficiente de no ser por el escritor austriaco Franz Werfel, quien en su novela Los cuarenta días de Musa Dagh hizo un recuento del metódico exterminio. Su libro sobrevivió al ocultamiento. Cuando apareció en 1933, nada podía ya -con los nazis habiendo tomado el poder- ser un impedimento mayor que el genocidio de los judíos y de Roma. Werfel, quien había salido exiliado de Austria unos años antes, seguramente previó esa creciente barbarie.

Más como un presagio, comparativamente hablando, George Orwell se percató antes del terror del régimen comunista. Ya...

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