Jesús Silva-Herzog Márquez / De escuelas y dignidad

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Finalmente tenemos la radiografía. El censo educativo ha entregado las placas que dan sentido de magnitud al desastre educativo. Puede entenderse por qué se ocultó durante tanto tiempo esta información. La educación es el mayor fraude de nuestra historia; el fraude cotidiano que se esparce por todo el territorio de México, el fraude más dañino de todos. Oculto durante décadas por la presunción de una cobertura en ascenso y la retórica de un vanidoso Estado cultural, la catástrofe educativa se ha vuelto inocultable.

Casi el 10% de los planteles escolares se resistió al censo. Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Guerrero (las entidades que sistemáticamente aparecen en el fondo de las mediciones de rendimiento escolar) cerraron las puertas al estudio solicitado por la SEP. A pesar de ese revelador agujero, el estudio que nos ha entregado el INEGI es valiosísimo. Desde hace años pedíamos esta fotografía. Ahora que la tenemos, debe servirnos para reformar en verdad el sistema educativo. Los datos son escandalosos. En el 14% de las escuelas chiapanecas los niños estudian en pisos de tierra. El 60% de las escuelas de Guerrero carece de baños y de agua potable. Solamente el 6% de las escuelas de Oaxaca tiene una conexión a internet. Hay casi 40,000 personas que cobran como maestros sin dar una sola clase. A más de 30,000 profesores se les permite faltar a la escuela para dedicarse a la vida sindical. El universo de la irregularidad es inmenso. El sistema educativo carga con el peso de casi 300,000 asalariados que no se dedican a actividades docentes.

Hoy se tiene un mapa claro de los arreglos que han subordinado la enseñanza a la política. Ya podemos saber dónde están los engaños y cuánto nos cuestan. Las autoridades tendrán, además, un instrumento para terminar con todos estos abusos y para castigar a quienes de un lado y de otro prostituyeron la educación en México. No puede ignorarse que el sindicato de maestros ha llegado hasta donde el gobierno federal y los gobiernos locales le han permitido llegar. Los abusos sindicales son, antes que eso, indolencia de la autoridad educativa. El censo es un instrumento valiosísimo para terminar con esos abusos. Pero, si queremos entender las raíces del problema debemos escapar de ese diagnóstico fácil y...

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