Jesús Silva-Herzog Márquez / ¿Justicia de lo impresentable?

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Al anunciar al mundo el operativo que terminó con la muerte de Osama Bin Laden, el presidente Barack Obama declaró con sobriedad y convicción que se había hecho justicia. Después de diez años de haber sufrido el peor ataque de su historia, Estados Unidos encuentra al arquitecto de la destrucción y lo elimina. Tengan ustedes por seguro que Bin Laden no volverá a caminar sobre la tierra, dijo el presidente norteamericano. De la tenacidad, del poder y de la eficacia de la intervención en Paquistán no cabe la menor duda. El gobierno de los Estados Unidos no olvidó al cerebro del 11 de septiembre y con extraordinaria paciencia fue armando un complejo rompecabezas para ubicar el refugio del más maléfico terrorista de la historia. La intervención fue eficaz como un disparo en la cabeza. Eliminó al temible enemigo sin mayores costos para el ejército norteamericano. Se hizo de información valiosísima, regaló popularidad a un Presidente menguado y reactivó el abominable nacionalismo. Muchos pájaros de un tiro. Pero, ¿puede aceptarse el argumento del presidente norteamericano que describió la acción como una hazaña de la justicia?

Bajo ningún concepto razonable puede encomiarse el asesinato de Osama Bin Laden como un acto de justicia. El presidente de Estados Unidos quiere que en nuestra cabeza esté la tranquilidad de que el productor del 11 de septiembre no volverá a ver la luz. Pretende obviar las circunstancias en que fue abatido, como si los procedimientos fueran irrelevantes en cuestiones de justicia. Lo que cuenta, lo único importante es la desaparición del malvado, parece decirnos el Premio Nobel de la Paz. Su estrategia argumentativa es inaceptable: si de justicia se trata, cuenta tanto el método como el desenlace. El asesinato de Osama Bin Laden fue un acto de fuerza, un eficiente operativo de la venganza, una demostración de tenacidad y determinación. De justicia, ni el asomo.

A pesar de que las versiones oficiales han cambiado a lo largo de los días, hoy parece claro que el escondite no era un arsenal, el perverso estaba desarmado cuando fue ultimado, no empleó a una esposa como escudo, los soldados norteamericanos no corrieron en ningún momento riesgo personal. Hubo un solo acto de resistencia que fue remontado con relativa facilidad por el comando. De acuerdo a esto, el sometimiento y la detención del terrorista eran posibles. A Osama Bin Laden pudo habérsele juzgado ejemplarmente, pero todo parece indicar que la intención del operativo...

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