Jesús Silva-Herzog Márquez / El partido de los resentimientos

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Al terminar su discurso a la Asamblea Constitutiva del Partido Acción Nacional, Manuel Gómez Morin defendió su proyecto como la vía para hacer de México "una patria ordenada y generosa, y asegurar a todos los mexicanos una vida mejor y más digna". La frase se convirtió de inmediato en lema del partido: por una patria ordenada y generosa. Doble apuesta del conservadurismo democrático: cambio ordenado, pacífico, siempre a través de los cauces institucionales; superación de las envidias, sometimiento de la ambición a lo que llaman "bien común". Tras doce años de gobierno, el partido de la derecha, si quisiera retratarse en su lema, habría de invertir el binomio: un partido desordenado y rencoroso.

Desordenado porque ha dejado de cuidar el patrimonio de su institucionalidad. El presidente del partido no actúa como coordinador de una estructura plural y diversa, sino como el comandante de una tropa vengadora. Lejos de procurar convivencia y entendimiento, polariza, excluye, provoca. Va tras de aquellos que, desde el poder, lo maltrataron. Por encima de los intereses comunes, se dedica a la venganza interna. La jefatura de un partido entregada, pues, a los peores instintos de una de sus tribus. El conflicto incubado desde hace tiempo no ha sido estímulo de prudencia para el presidente del PAN sino, por el contrario, un acicate para profundizar la crisis. No han sido pocos los conflictos internos en el PAN en la historia de ese partido: diferencias ideológicas, pleitos por la estrategia electoral, desacuerdos sobre el sentido de la colaboración con otros. Pero es difícil recordar enemistades de esta magnitud. Grupos acusándose de pillos, conspiraciones para burlar la ley, decisiones vitales para el partido que no tienen más sentido que la ofensa y la provocación. La estupidez del desquite.

Cuando Gómez Morin hablaba del orden, aludía a la necesidad de cultivar respeto por las instituciones. Esa fue, quizá, la gran aportación de Acción Nacional a la vida pública mexicana: un partido empeñado en la ruta institucional: una terca barrera al caudillismo y la arbitrariedad. Si en algo contrastaba el PAN con el paisaje era precisamente que se tomaba las reglas -empezando por las propias- en serio. Pero la política del escarmiento no se subordina a norma alguna. Así, la mayoría de los senadores panistas ha querido dar un golpe de Estado a su coordinador. Les fue...

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