Sindicalismo Cultural: ¿Borrón y cuenta nueva?

Reforma/Redacción

En México, el sindicalismo cultural es caduco y urge replantear sus reglas, bajo un nuevo marco jurídico, pero no se ha hecho por falta de voluntad política, coincidieron los convocados por El Angel a un debate sobre el tema.

En este encuentro participaron Norma Rojas, directora jurídica de Conaculta; Antonio Hernández Brito, coordinador nacional de asuntos jurídicos en Conaculta; Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de la Sociedad General de Escritores de México y abogado, y Alejandra Reyes Haiducovich, en representación de Elba Esther Gordillo, presidenta del CEN del Sindicato Nacional de Trabajadores del Estado -organización a la que pertenecen los trabajadores del Instituto Nacional de Bellas Artes y del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

El debate estuvo moderado por Gerardo Kleinburg, consejero editorial del suplemento.

"El problema de los grupos sindicalizados del INBA es muy grave, de todas las instituciones culturales en general; entonces, falta un replanteamiento de las reglas del juego, en el que todos debemos salir ganando, o en el que no todos vayamos a perder", dice Rojas.

"Porque por el camino que vamos definitivamente perderemos todos, de eso no me queda la menor duda. Tengo 20 años trabajando para instituciones culturales, y cada día es peor", agrega.

Para Reyes Haiducovich, es necesario, en estos momentos, sentarse a dialogar y ser propositivos.

"Antes de ser destructivos, creo que hay que rescatar lo bueno de la experiencia y mejorar o componer lo que nunca funcionará, lo que está dañado, lo que está mal", señala.

Este replanteamiento de las reglas del juego, asegura Rascón Banda, no ha sucedido por falta de voluntad política y por cobardía.

"También por falta de instrumentos y de capacidad de los propios funcionarios", agrega.

En el sector empresarial, dice, existe la depuración de los empleados, se quedan aquellos que demuestran identificación y calidad con su trabajo.

"Pero por cuestiones políticas y corporativas, por el partido que tuvimos tanto tiempo en el poder, ligado a la mayoría de los sindicatos que no fueran los de izquierda, tuvimos esas concesiones; primero se iba el funcionario, antes que un empleado sindicalizado", añade.

Sin embargo, sí existen las bases para generar un marco jurídico más sólido que permita a los trabajadores artistas y a las autoridades regular este tipo de trabajo, comenta Hernández Brito.

"No hay una ausencia tan dramática de un marco jurídico", añade, "la Ley Federal del Trabajo tiene un apartado para los trabajos especiales de artistas".

¿Y quién puede sentar a la mesa a las personas adecuadas para realizar estas reformas?

Pues los funcionarios encargados de esa labor, el director de relaciones laborales y el director general del instituto, entre otros, asegura Rascón Banda.

"Ha llegado el momento de tomar al toro por los cuernos y que el rector de la UNAM, el Secretario de la SEP, los líderes nacionales de los sindicatos se sienten a trabajar", afirma.

La Cuenta Regresiva

Gerardo Kleinburg: ¿Son o no los sindicatos un obstáculo para el quehacer artístico?

Norma Rojas: México, desafortunadamente, responde a intereses gremiales: en la medida en que las capacidades de algunos trabajadores culturales no son muchas, éstos responden a intereses gremiales que son los que los protegen; el campo de trabajo para ellos es reducido, entonces, tienen que proteger su existencia.

Víctor Hugo Rascón Banda: El problema se presenta cuando hay funcionarios que no tienen la inteligencia para llevar una relación adecuada con los líderes de los sindicatos o con los agremiados a un sindicato, o cuando hay líderes de dudosa honestidad, o sindicalizados que no han tenido una capacitación política adecuada y confunden su basificación con una impunidad.

Si existiera un marco jurídico adecuado y una verdadera madurez o inteligencia de las dos partes, no habría estos conflictos, sobre todo si ambas partes se dan cuenta de cuál es la materia prima, que es el público; por eso duele, porque cada vez que se suspende una función o cada vez que se hace con mala calidad por una conducta ya predispuesta a hacerlo como una forma de protesta, quien sufre es el País, la cultura y el público, y el daño es irreversible.

Alejandra Reyes: Los sindicatos son necesarios porque de alguna manera uno tiene que buscar su protección como trabajador. Pero sí es un mal enquistado en la sociedad, porque los sindicatos a veces han entorpecido e impedido que podamos hacer más cosas, cuando se trata de una fuerza de trabajo que verdaderamente tiene talento y capacidades que podemos impulsar sensibilizando y no buscando el pleito.

Entonces, la función del liderazgo es muy importante para cambiar y poder establecer reglas que beneficien al sector cultural.

Antonio Hernández Brito: Si hacemos un poco de remembranza, cuando se conformó el llamado modelo de educación superior que diseñó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en esa época Secretaría de Programación y Presupuesto, paradójicamente los primeros que ingresaron a ese ámbito fueron los administrativos técnicos y manuales del INBA, que empezaron a recibir prestaciones muy superiores a las del Catálogo de Puestos del Gobierno Federal y a las de los artistas del propio instituto.

De ahí empezó una competencia interna, hasta que, finalmente, los grupos artísticos lograron separarse y conformar su propia delegación sindical.

El sindicato tiene que elegir, catalogando las prestaciones de cada gremio, para que abandonemos...

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