SOBREAVISO / 2016

AutorRené Delgado

La partida del año no provoca el suspiro de alivio que suscita la superación de una dificultad... aunque la reactivación y participación social en asuntos de importancia marcaron la diferencia.

A los tres grandes problemas -corrupción, inseguridad pública y violación de derechos humanos- que, desde finales del 2014, vulneran dentro y fuera del país a la administración, se sumaron o agravaron otros: economía, educación y diplomacia. Compleja circunstancia que, al provocar el desbocamiento de la carrera sucesoria al interior del gabinete, generó la pérdida del control de éste hasta fracturarlo. Todo sin mencionar el revés electoral que sufrió el partido en el poder.

A lo largo de los doce meses transcurridos, la administración no mandó una señal clara y contundente de la intención de acortar la distancia con la sociedad ni de enmendar alguno de los errores cometidos. En esa tesitura, el año entrante pondrá a prueba su temple, carácter e inteligencia ante el nuevo gobierno estadounidense y, a la vez, determinará su suerte y la de su partido en la próxima contienda por la Presidencia de la República.

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Los sucesos del año reflejan no el desafío supuesto al encarar nuevos problemas, producto de la superación de otros. No, reiteran el deseo de administrarlos sin proponerse resolverlos, a través de medidas reactivas sin consecuencia cabal.

En el campo de la corrupción, la administración y su partido en paralelo con la oposición echaron mano del juego doble. Aceptaron la participación ciudadana limitada en la configuración de un sistema nacional anticorrupción, sin dejar de rasurar su reclamo -incluso, en la declaración 3de3, intentaron revertirlo-. Cedieron, ahí, donde dominan el terreno: crear un sistema de tal complejidad y dimensión, cuya efectividad está por verse, pero no pudieron reprimir la tentación -hasta ahora, conjurada parcialmente- de intentar colocar en posiciones claves de ese sistema a personajes dependientes del régimen sujeto a vigilancia. Y, claro, dejaron pendiente la legislación secundaria, fundamental en la instrumentación del combate a la corrupción.

Sin embargo, en la política, la administración no mostró una actitud consonante con la presunta disposición de ajustar la ley para combatir la corrupción. Los indicios de prácticas corruptas en la licitación de contratos públicos no fueron objeto de indagatoria. Asimismo, pese a la evidencia del desastre financiero legado por los gobiernos recién relevados en Veracruz...

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