SOBREAVISO / Apretar el paso y marchar

AutorRené Delgado

Hay que apretar el paso y marchar. Da igual si los clanes políticos y criminales escuchan el eco de los pasos, lo importante es rescatar la propia dignidad y dejar firme un principio: por grande que sea el miedo social, la negligencia política y la violencia criminal, la ciudadanía no mira con indiferencia tanto muerto ni guarda un cómplice silencio.

Desde 1997 a la fecha ha habido cuatro marchas nacionales exigiendo seguridad y justicia y, pese a la civilidad en la expresión, el gobierno no ha atinado en la respuesta. Si un gobierno no es capaz de garantizar el derecho a la vida, la integridad, la expresión, el tránsito, la libertad, el patrimonio y la seguridad, no puede ostentarse como tal.

Cuando ante un legítimo reclamo social, sostenido a lo largo de 14 años, la autoridad sigue ensayando respuestas -donde el rehén de su ejercicio es la ciudadanía-, no puede venir a regañarla por su falta de comprensión ante el esfuerzo fallido.

No basta aparecer en un spot con cara de congoja y, a la vez, de enfado para desanimar o desarmar la movilización social o justificarse ante ella.

* * *

Hay que apretar el paso y marchar porque es inaceptable la réplica oficial, señalando confusión en la sociedad frente a cuanto está ocurriendo.

Si de confusión se trata, es menester reconocer que de ésta ha hecho su credo el gobierno. ¿Evidencias? En ese lapso, se creó la Policía Federal Preventiva más una subsecretaría del ramo y se reemplazó a la Policía Judicial Federal con una Agencia Federal de Investigaciones que, luego, se abandonó para darle entrada a una Policía Ministerial que nomás no acaba de configurarse.

Poco después, aquella subsecretaría se convirtió en una Secretaría de Seguridad Pública sin ajustar a la Secretaría de Gobernación y, al tiempo, se le amputó el carácter preventivo a la Policía Federal para, más tarde, impulsar una Policía Única y, a la vuelta de los días, plantear mejor 32 policías estatales, más una Federal y ninguna municipal.

A la par de esos ajustes, se introdujeron figuras legales o técnicas -arraigo, testigo protegido, extinción de dominio, denuncia anónima, militarización del país, etcétera- para, luego, dejarlas caer en el desuso o en el abuso. Todo ese hacer y deshacer en el aparato administrativo, legal y jurídico para terminar sacando al Ejército y la Marina de los cuarteles y acuartelar a la ciudadanía.

Ese margallate exhibe la falta de concepto, diseño, estrategia y coordinación en el aparato de seguridad y justicia...

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