SOBREAVISO / La bestia y los días contados

AutorRené Delgado

Si por el nombre de "la bestia" se conocía al vehículo presidencial estadounidense, ahora, ya se puede también así denominar al pasajero. Una pequeña diferencia entre ambos es que el pasajero viaja herido y, sobra decirlo, una bestia herida es peligrosa.

Donald Trump se ve atrapado en la red de la trama rusa, que favoreció su ascenso a la Presidencia de Estados Unidos, justo al acariciar la idea de permanecer un periodo más en ese puesto. Atrapado ahí y herido por el fiscal Robert Mueller que, al develar los nudos de esa red, sentó las bases del posible enjuiciamiento y desahucio político del mandatario. A Trump le pasó lo que al francés Nicolás Sarkozy en relación con el libio Muamar Gadafi -depuesto y liquidado en una guerra de resistencia alentada desde fuera-. Le ocurrió lo mismo, pero con un detalle distinto: el galo ya había perdido el poder cuando se supo cómo el libio patrocinó su campaña; el estadounidense fue exhibido en el poder y ansiando extenderlo.

Antes de verse sentado en el banquillo de los acusados y, con ello, frustrada su loca ambición política, Trump está resuelto a inventar un enemigo y atacarlo a fin de mantener viva la posibilidad de escapar a su destino, reanimar el respaldo y entusiasmo de quienes veneran a los animales que, aun heridos, dan lata o guerra, y tentar la idea de prolongar por una temporada más su estancia en la Casa Blanca.

México es la presa fácil de la bestia herida.

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Sin descartar que, a causa de otro arrebato esquizofrénico o de la presión interna, Trump apague la mecha del amago de imponer un arancel creciente a las exportaciones mexicanas del cinco por ciento a partir del lunes 10 de junio si México no se pliega a su designio, el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene diez días para ensayar el conjuro de la amenaza que, en su eventual estallido, podría abrasar la ratificación del nuevo tratado de comercio, arrasar con sus propios proyectos, complicar la ya de por sí difícil situación económica y colocar en apuros a su gobierno.

Difícil de afrontar sin confrontar el lance de Donald Trump, el mandatario mexicano está obligado a sentarse, pensar en silencio y calcular con esmero los pasos a dar dentro y fuera del país. Por cierto, qué bueno que ya haya fecha para el encuentro del canciller Marcelo Ebrard con el jefe del Departamento de Estado, Mike Pompeo, pero no es el único despacho adonde hay que ir. En paralelo es preciso tocar la puerta de los sectores sensibles de la economía, el...

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