SOBREAVISO / Más cultura, menos mitos

AutorRené Delgado

México no es un país de leyes, pero el más mínimo cambio en su favor exige reformar las leyes.

Ese absurdo lleva a otro: las leyes no se pueden reformar porque el país vive un desacuerdo nacional y, entonces, cuando una ley se logra reformar, esa reforma no es la deseable sino la posible. Y como la reforma no sirve, se incumple la ley y, por lo mismo, es menester reformar la reforma de la ley que no se va a acatar.

Con ese cuento o mito no tan genial, la élite política explica por qué el país está como está pero ni por asomo se le ocurre imaginar una historia distinta y mucho menos realizar un mejor destino. Se fascina en repetir el cuento de nunca poder. ¿Quieres que te lo cuente otra vez?

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En esa lógica de la imposibilidad, proponer reformas no cuesta nada porque, a fin de cuentas, nada se va a reformar, y si algo se llega a reformar será insuficiente y, si no, ya se verá cómo incumplir lo reformado. Así, sin el menor rubor, una y otra vez se propone emprender la Gran Reforma ___________ (espacio a llenar por la ilusión ciudadana, a partir del variado menú existente).

Ejemplos sobran. Varios de los partidos que aprobaron la prohibición de comprar espacios en los medios electrónicos son los mismos que burlaron la prohibición anunciándose a través de un tercero que hablaba muy bien de ellos. Ejemplos sobran. Los partidos que aprobaron registrar los teléfonos celulares para combatir la extorsión son los mismos que proponen prorrogar el plazo que fijaron. Ejemplos sobran. Los mismos partidos que, por los más diversos y encontrados motivos, se congratularon por la reforma petrolera, son los mismos que denuncian su insuficiencia. Ejemplos sobran. La embestida del Poder Ejecutivo contra el Poder Legislativo por no aprobar la reforma judicial y que concluyó con la reforma de la reforma propuesta configuró recursos que ni una vez ha empleado el Ejecutivo (v.gr. extinción de dominio) o configuró recursos de los que abusa sin medida (v.gr. arraigos insostenibles).

Proponer reformas no cuesta nada ni importa mucho, y, porque nada se puede reformar, se propone reformar todo. Da igual... es un pasatiempo que entretiene a la élite y la obliga a administrar el no poder.

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En el colmo de esa lógica de la imposibilidad se llegan a proponer Reformas de Gran Calado con enorme dosis de perversidad o ingenuidad política.

Se lanzan reformas con el solo propósito de que sean rechazadas y cobrar, si se puede -ésa es la ganancia-, la factura de su...

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