SOBREAVISO / Elba o la cenicienta al revés

AutorRené Delgado

Salinas la ungió, Fox la consolidó, Calderón la empoderó... y, ahora, la maestra Elba Esther Gordillo duda si bailar sola o buscar nueva pareja, mientras, Enrique Peña levanta la mano pidiendo su turno y le dice con ternura: amiga.

La felicidad, sin embargo, se le niega a la lideresa. No le sonríe, le hace una mueca: todos la quieren tanto como la detestan. Es el mal necesario.

La maestra satisface a su gremio y, a cambio, la estructura y la organización del magisterio le reportan innegable presencia política, importantes cuotas y posiciones de poder, insospechada riqueza económica... pero no algo que ella ansía: respeto, independencia y trascendencia. Presencia, poder y dinero no le dan eso y la vida se le va sin esa conquista.

Es la cenicienta al revés: la buscan como reina y, en cuanto le calzan la zapatilla, la tratan como plebeya. Ésa es su tragedia.

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No se trata del cuento de una esforzada maestra venida de Chiapas con una biografía plagada de cicatrices que, como pudo, escaló los peldaños de la organización sindical de su gremio hasta hacerse de ella.

No, se trata del liderazgo de la última fuerza corporativa con implante nacional que, dado el subdesarrollo de los partidos políticos y el desvanecimiento del resto de ese tipo de sindicalismo, es pieza fundamental para quien se plantea ocupar la Presidencia de la República. Se trata de un gremio que, satisfecho en sus demandas laborales, aplica su fuerza y organización en tareas político-electorales hasta convertirse en una maquinaria imprescin- dible para quien pretende ocupar, a como dé lugar, la residencia oficial de Los Pinos.

El problema es Elba Esther Gordillo, pero también una élite política que -desinteresada en convencer, trabajar, organizar y representar a la ciudadanía y apoyarse en ella- se echa en brazos de los poderes fácticos que, primero, la amparan e impulsan y, luego, la someten y explotan a su capricho. Por eso, esa élite corteja a la lideresa cuando la necesita: le entrega cuotas de poder, le concede prebendas políticas, sacrifica en su honor instituciones, políticas y presupuestos públicos y, en cuanto puede, la vitupera y la sataniza... y, sobra decirlo, no siempre puede hacer esto último.

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Elba Esther Gordillo es, a la vez, la bella y la bestia. Es la figura porque los otros liderazgos del sindicalismo corporativista se fueron muriendo, fueron encarcelados y desahuciados o, bien, reconcentraron su reino en la industria del ramo que controlan sin...

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