SOBREAVISO / Ensayo y error

AutorRené Delgado

Aplicar la política de ensayo y error quizá sirva de experiencia al próximo gobierno, pero no a este.

Lanzar ultimátums, dar campanazos o presumir errores que, en realidad, sondean el calibre de la reacción ante el deseo de adoptar una medida no encubre los apuros para encarar los problemas y desafíos que acechan al nuevo gobierno y complica la realización de sus propios planes.

Hoy, por fortuna, esos lances encuentran amparo en el índice de popularidad y el margen de aceptación del presidente Andrés Manuel López Obrador. Hoy, pero quién sabe mañana porque, sobra decirlo, el ejercicio del poder desgasta y la tardanza de resultados frente a las expectativas generadas puede nutrir, antes de lo esperado, la decepción y luego la desesperación.

Se entiende que con velocidad y acciones múltiples el Ejecutivo quiera ganar la partida a la inercia y la resistencia, así como que con determinación y firmeza quiera asegurar el mando y ejercer el poder, pero el tamaño del envite desemboca en una drástica disyuntiva: alcanzar la gloria o caer en la condena.

No es lo mismo correr riesgos que exponerse a los peligros.

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Si los supuestos errores cometidos en el presupuesto fueran tales, el secretario Carlos Urzúa no seguiría más en el gabinete y, de seguir -aun con la oportuna rectificación hecha-, hablaría de cierta indolencia por parte del mandatario frente al desempeño de uno de sus principales colaboradores.

Desde esa perspectiva y siendo el presupuesto un documento clave para suscitar tranquilidad y confianza, cosa que logró, no es aventurado considerar que los errores no se cometieron, porque el propósito era medir la reacción de los afectados para determinar si procedía o no mantener en sus términos originales el presupuesto.

De no ser así, resulta inconcebible que, después de haber empeñado la palabra frente a las universidades, señalando que no aumentarían sus recursos, pero sí mantendrían los establecidos, se hubiera incurrido en el supuesto desliz. Como también resulta difícil de creer la disminución del presupuesto para los consulados, tras asegurar que estos se convertirían en virtuales procuradurías sociales.

Los presuntos errores causan la impresión de haber sido simples globos sonda para calibrar el malestar que los eventuales recortes suscitarían.

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En cuanto a los campanazos que se están dando en algunas áreas y políticas de la administración, estos asombran porque, en su súbito y tajante movimiento, repiten tareas o desperdician...

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