SOBREAVISO / Es el concepto, no la operación

AutorRené Delgado

El gobierno no acaba de dimensionar la crisis que afronta.

Las acciones emprendidas para salvar la circunstancia, siendo meritorias y plausibles -la captura del matrimonio infernal, el informe sobre los normalistas desaparecidos, así como la cancelación de la licitación del tren México-Querétaro-, no arrojan los resultados pretendidos. Lejos de eso, agranda y profundiza su falta de credibilidad.

Insiste el gobierno en creer que la crisis se reduce a una cuestión de operación y no de concepto, en dar algunos pasos pero no ir hasta donde es necesario. En vano el ejercicio, consume tiempo... y el tiempo es clave en su destino.

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El trípode en que el gobierno pensó consolidarse está quebrado o resentido. Y, entonces, el centro de gravedad no es firme. Es frágil e inestable.

Detrás de la idea de apoyarse en las dirigencias partidistas, los grupos empresariales nacionales y extranjeros preferidos y los gobiernos de los estados hay un concepto cupular de la política. Apuesta al efecto del acuerdo en las alturas, la posibilidad de encontrar si no respaldo, sí aceptación popular a partir de la presunta prosperidad, crecimiento y empleo cifrado en las políticas adoptadas.

En ese concepto, aplicado por anteriores gobiernos priistas -destacadamente el salinista-, es fundamental contar o cumplir con cuatro condiciones. La instrumentación rápida y atinada de las políticas. La solidez de los pilares donde finca su posibilidad. La aplicación de una política social con efecto inmediato, así sea efímero, a fin de contener el malestar. El manejo adecuado, es terrible decirlo, de la corrupción como cemento de los acuerdos.

Sin cumplir esas condiciones, adoptar la política cupular como guía es un albur en extremo peligroso.

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La evidencia de estos días pone al descubierto que la crisis tiene por eje el concepto, no la operación.

La instrumentación de las reformas es mucho más lenta y difícil de lo previsto. Errores en su diseño -en particular, la político-electoral- amenazan con provocar resultados contraproducentes. Los órganos nuevos o fortalecidos agotan su posibilidad antes de desplegar a fondo su tarea, así se advierte su actuación en los campos electoral, del acceso a la información y las telecomunicaciones. Y, a ello, se agrega un asunto delicado: un entorno económico adverso y errores en el manejo de la política. El conjunto del proyecto resbala o, cuando menos, retrasa el derrame de su supuesto beneficio.

Las dirigencias partidistas están en...

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