SOBREAVISO / El 'ismo' de Calderón

AutorRené Delgado

Obsesión enfermiza o ambición legítima de más de un gobernante es dejar un legado que trascienda con mucho el término de su gestión. Agregar un "ismo" a su apellido para perdurar en la memoria hasta quedar inscrito como referente ineludible en la historia donde incidió.

Pues bien, Felipe Calderón lo consiguió, pero no como lo ansió.

Hoy, el calderonismo es referente obligado para entender la barbarie y la violencia criminal, la procuración de la justicia como ariete de la venganza política, el desuso de la inteligencia para dar rienda suelta a la fuerza, la hipoteca de las políticas públicas por la renta electoral, el deshilvanamiento del tejido social para tramar la red de la sospecha, la lealtad como sinónimo de la obediencia acrítica, el menosprecio o la traición como pago al cuestionamiento, el descabezamiento de grandes cárteles como promoción de la competencia criminal, el gasto sin inversión, la corrupción como recompensa, la impunidad en lugar de la rendición de cuentas...

El "ismo" de Calderón es referente para entender todo eso y asumir algo peor: su legado perdurará lastimando al país en lo que se construyen otros derroteros.

Tan terrible realidad impide pronunciarse a favor de la idea de convertir La Estela de Calderón en el Memorial de sus Víctimas. La Estela de Calderón es, por antonomasia, el monumento a la corrupción, la impunidad, la negligencia, la perversidad, la violencia y la pusilanimidad que marcan su paso por la Presidencia de la República.

Lo ocurrido durante su sexenio no fue suficientemente subrayado por la crítica y no se debe olvidar, aunque en el colmo del absurdo el ex mandatario haya construido un memorial para el olvido. No, la Estela de Calderón debe prevalecer como tal, como símbolo de la ignominia. El monumento del calderonismo.

¿Por qué regresar de nuevo sobre el tema? Porque, desde el momento en que Felipe Calderón dejó la administración -que nunca pudo elevar a la condición de gobierno- un día tras otro afloran los datos o la información que redimensionan el daño provocado y la importancia de ponerle freno a las administraciones que, en su parafernalia por legitimarse a como dé lugar en el poder, terminan por arrasar con las instituciones y la paz que exige el desarrollo.

La semana que hoy concluye es elocuente al respecto. Sin ni siquiera llamarlo por su nombre, en el curso de estos días el calderonismo quedó expuesto como una calamidad, una desgracia que urge remontar sin olvidar para darle...

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