SOBREAVISO / Madurez a prueba
Autor | René Delgado |
A César, Pepe, Jaime y El Chema.
Votar primero y mostrar madurez después será clave el día de mañana.
De esa acción y actitud dependerá el amanecer del lunes o, si se quiere, el porvenir de un país urgido por reconciliarse y resolver de común acuerdo los problemas -destacadamente, la inseguridad, la corrupción, la desigualdad, la pobreza y la vecindad con Estados Unidos- que, una y otra vez, han frustrado el anhelo de crecer con desarrollo y justicia, en paz, democracia, libertad y armonía.
La prudencia, entereza y tolerancia de candidatos, dirigentes, gobernantes, consejeros y magistrados electorales, periodistas e intelectuales, así como de la ciudadanía, estarán a prueba. Apartarse de esas conductas o, peor aún, intentar frustrar, desvirtuar o revertir la decisión tomada en las urnas, no sólo ahondaría el desencuentro nacional, facilitaría también la labor a quienes desde fuera -Donald Trump a la cabeza- y desde dentro del país -el crimen en su apogeo- se empeñan en socavarlo o herirlo.
Sería absurdo pasar, a partir del ejercicio de la democracia, del deshilvanamiento del tejido social y político al desgarre. De la confrontación al enfrentamiento.
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El encuadre de las elecciones de mañana es en extremo difícil, complicarlo aún más sería peligroso.
Desde dentro, la delincuencia criminal y la delincuencia política han puesto al Estado contra la pared y han hecho de la violencia un recurso para intervenir en los comicios. Ante ellas, la debilidad ha quedado expuesta. Hay sangre en la arena. Crimen sin castigo. A lo largo del proceso electoral, el asesinato de 133 políticos -entre ellos, 48 candidatos- advierte de la incursión criminal en la soberanía popular. Ahora se sabe a quiénes el crimen político o delincuencial no quería ver en la boleta, pero no a quiénes colocó en ella.
En cualquier democracia, esa intervención exigiría una contundente campaña en su defensa. De parte de la autoridad gubernamental, actuar con rapidez y firmeza, no dejar impunes esos crímenes. De parte de los candidatos presidenciales, protagonistas centrales del concurso, suspender un día las campañas en favor de la paz y no sólo lamentar lo ocurrido. De parte de la autoridad electoral, demandar con vehemencia libertad y seguridad para votar y ser votados.
No hubo esa campaña ni esa defensa. En esa circunstancia, se va a las urnas.
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Desde fuera, las agresiones y la hostilidad de Donald Trump en contra de México configuran la amenaza de un fascista, ansioso...
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