SOBREAVISO / Montón de piedras

AutorRené Delgado

Día a día, cada actor político -talla grande, mediana o chica- pone una piedra más en el camino y, luego, al recorrerlo, en coro grita: ¡el camino es intransitable, está lleno de piedras!

Lo increíble de esa confabulación de errores, contradicciones e ineptitudes es que, aunque todos participan, al momento de tropezarse con las piedras, voltean a ver al otro, al adversario, echándole la culpa. Al final, sin embargo, en un acto de complicidad suprema, los actores políticos se encubren entre sí y sonríen. ¿De qué se ríen?

Cuántos errores y contradicciones más se requieren para que cruja la estructura del régimen es una incógnita, pero antes de lo que suponen se resolverá en un desastre su duda.

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La semana pasada cerró con la crisis en el Instituto Nacional Electoral.

Las oposiciones -por llamar de algún modo al panismo y al perredismo- se levantaron de la mesa central del organismo electoral, en furiosa protesta por la inacción ante la intervención del gobierno en el proceso electoral que, sin el menor pudor, diseña programas a la medida del Partido Verde.

Acusan esas oposiciones que la ley electoral está mal hecha y que un bloque de consejeros favorecen al gobierno y a la alianza verde-tricolor. La tempestad en el Instituto Nacional Electoral es la cosecha de los vientos que, justamente, el panismo y parcialmente el perredismo sembraron al elaborar sobre las rodillas la reforma electoral. El panismo canjeó su voto a favor de la reforma petrolera a cambio de ella.

La nueva legislación electoral, se dijo con toda oportunidad, arrojó un mazacote legislativo que descuadró lo bueno del Instituto Federal Electoral y la integración del Consejo, a partir de cuotas partidistas cruzadas con la duración en el encargo, dio por resultado una contradictoria suma cero de intereses. No cabe el asombro. La piedra la pusieron los partidos: hicieron la ley e integraron el Consejo y, ahora, se tropiezan.

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La brizna de humor en los tropiezos de la semana corrió por cuenta del canciller José Antonio Meade y del Partido Revolucionario Institucional.

El señalamiento del Papa Francisco deseando que su natal Argentina no se "mexicanice" en cuanto a violencia y crimen se refiere tuvo por contumaz respuesta una nota diplomática: usted no se meta y cierre la boca. En qué cabeza cabe, pues en la del canciller Meade. Y, en el stand up del ridículo, el PRI no pudo contenerse. Le enmendó, supuestamente, la plana al galardonado cineasta Alejandro González Iñárritu...

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