SOBREAVISO / No al intervencionismo

AutorRené Delgado

No es hora aún de hacer el balance del sexenio -le restan todavía 251 días-, sí de evitar que el espíritu intervencionista y confrontacionista del presidente Felipe Calderón ponga en peligro el concurso electoral. Importa conjurar esa posibilidad porque ese concurso definirá, sí, quién debe reemplazarlo, pero, sobre todo, intentar reconstruir el tejido político y social que el Ejecutivo entregará deshilvanado... a punto de desgarrarse.

Puede negarlo el mandatario, pero su administración nunca llegó a constituirse en gobierno. No alcanzó ese grado porque, pese a la expectativa, Felipe Calderón renunció a la política para privilegiar la fuerza sobre la inteligencia, la imposición inviable sobre la negociación posible, la visión del partido sobre la del Estado. Y, ahora, sin candidato, ni partido, ni gobierno con liderazgo, organización y fuerza para mantener al panismo en Los Pinos, se advierten signos de desesperación ante el destino.

El país pagó caro el intervencionismo de Vicente Fox en la anterior elección presidencial. Esa conducta llevó -en concierto con otros factores- a Felipe Calderón a la residencia oficial de Los Pinos pero, ahí la paradoja, quizá frustró su Presidencia de la República. Rehabilitar hoy el intervencionismo ni siquiera garantiza a Josefina Vázquez Mota llegar a Los Pinos y sí entraña el peligro de entregar al país en un estado peor al que se encuentra. Hay que evitarlo.

El sello de la administración calderonista no admite ya rectificación, quedó estampado en un estilo que, aun guardando prudencia e imparcialidad durante el concurso electoral, es indeleble.

De más de un problema se hizo una crisis. De la falta de legitimidad, un ejercicio brutal de violencia. De la integración del gabinete -salvo contadas excepciones-, la membresía a un club de "leales" inexpertos. De una estrategia fallida, un dogma irrenunciable. De la diferencia, motivo de enfrentamiento. De ambiciones electorales, el sacrificio de asuntos de Estado. Del descabezamiento del crimen organizado, bandas de delincuentes tan bárbaros como desorganizados. De la procuración de justicia, un olvido, un error o una perversión política. Del diálogo, el cuento de nunca acabar. De su partido, un desastre. De cada nombramiento importante, un botín y un empleo para el amigo. Del equilibrio entre los Poderes de la Unión, un desbalance constante. De las relaciones bilaterales, la ausencia de una diplomacia de Estado... Tan reiterada fue esa extraña filosofía que de...

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