Sobreaviso / Nuevos ejes del poder

AutorRené Delgado

Reducido el gobierno y su partido a la expresión cómica de un desastre político, Andrés Manuel López Obrador y Carlos Salinas de Gortari se perfilan en el horizonte como los polos del nuevo eje del poder.

En el paisaje de escombros políticos que dejó la elección intermedia hay un nutrido elenco de actores del priismo y el perredismo que se miran con absurdo gozo en el espejo, pero en la nueva lucha por el poder destacan el político tabasqueño que se ve más de lo que se deja sentir y el ex mandatario que se siente más de lo que se deja ver.

Esa condición que guardan López Obrador y Carlos Salinas, quizá, explica el empeño del primero por sacar de la penumbra el activismo político de Carlos Salinas y exponerlo, de nuevo, a la condena popular. No es para menos, ambos políticos saben que el trofeo de la nueva disputa es probablemente el poder, aunque para ello tengan que sostener y ayudar hasta el término del sexenio al mismo Vicente Fox.

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Si el atentado terrorista del 11 de septiembre en Nueva York desfiguró la política exterior y la política económica de Vicente Fox al punto de hacer inviable su administración, el revés electoral del pasado 6 de julio terminó por desarticular la acción política del gobierno y su partido que, por lo demás, desde el arranque del sexenio se vio carente de definición y de coordinación. Un verdadero milagro tendría que darse para que Fox lograra remontar la situación que afronta.

Esa realidad la percibieron bien y de tiempo atrás Andrés Manuel López Obrador y Carlos Salinas de Gortari. Así, el primero se empeñó en borrar la imagen del político conflictivo que pudiera intranquilizar al capital y a la inversión, mandando claras señales de entendimiento con el empresariado. Así, el segundo se empeñó en superar la distancia con "la nomenclatura" tricolor y reaglutinar al priismo, excepción hecha de los restos del zedillismo (incluido Francisco Labastida), y proponer al partido la recuperación del poder presidencial.

No fue gratuito que, a meses del arranque de los gobiernos federal y capitalino, el perredista y el priista se replantearan su rol en la escena política.

López Obrador abandonó la línea de confrontación con Vicente Fox. Advirtió oportunamente que el mandatario hacía de la promesa del cambio sin sustento su propia sepultura política y, entonces, con enorme inteligencia, dejó la confrontación y se planteó solidificar su propia popularidad en la obra pública generadora de empleo temporal y en la política...

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