SOBREAVISO / Política y diplomacia ausentes

AutorRené Delgado

La administración cierra dando palos de ciego hacia afuera y ha- cia dentro.

Por los indicios, el temor a perder el poder la precipita a jugar con la idea de entregarse al adversario externo y eliminar al adversario interno. Y decir jugar es eso, no tomar decisiones serias. Si, al inicio de año, se preveían la rene- gociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el proceso electoral como los riesgos principales para la estabilidad política y económica, hoy juega a convertirlos en peligro.

A los caprichos y desplantes de Donald Trump, el canciller Luis Videgaray sonríe obsequioso, mientras dobla la cerviz y pone en ridículo al jefe de Gobierno. A la falta de carisma del candidato oficial, el encargado de la Procuraduría, Alberto Elías Beltrán, ofre- ce doblar al adversario panista y, así, dar satisfacción al jefe del Partido. Y, entre el jefe de Gobierno y el jefe de Partido, el jefe de Estado languidece.

En el reparto de palos sin sentido, se afronta el trance de gestar la crisis sexenal que, una y otra vez y tras dolorosos sacrificios, obliga al país a ponerse de pie para caer de nuevo.

· · ·

Si desde Gustavo Díaz Ordaz -a excepción del traspaso de poder de Ernesto Zedillo- la crisis sexenal estrella los anhelos nacionales, la amenaza de ésta incorpora ingredientes singulares. Arrancó no al final, sino apenas al concluir el primer bienio, justo cuando la administración debió erguirse en gobierno. Premió, en vez de castigar errores -Luis Videgaray los opera pro- fundamente agradecido. Y combinó y conjugó elementos políticos, sociales, criminales y, a determinar, si no económicos.

Del genio original de la administración se hizo artificio. Del afán de mover a México, estancamiento. De la decisión, titubeo. De la osadía, miedo. De la corrupción voraz, tradición cupular.

En tal circunstancia, las políticas interior y exterior naufragaron. La interior derivó en transa y complicidad, cuando no en asunto de gendarmería. La exterior se confundió, primero, con turismo de levita, ahora, con ejercicio de sumisión y entrega. De la comunicación en torno a ellas se hizo práctica de silencio, evasión, propaganda y, últimamente, reclamo por el descontento y malestar social.

De a poco, impunidad y pusilanimidad estamparon su sello en la gestión.

· · ·

Nunca la Cancillería había celebrado sus fracasos. Hoy, festeja ser objeto de una extorsión que, si todo resulta como Donald Trump exige, quizá no se consume. Ninguna lección se despren- dió...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR