SOBREAVISO / Punto de inflexión

AutorRené Delgado

En memoria del buen Paul Leduc.

El país se mueve agitado. La cosa es que no queda claro hacia dónde.

En el trajín, unos jalan en una dirección, otros en sentido contrario y algunos más sin rumbo. Batallan en un campo de incertidumbre, minado de nuevo por la epidemia y muestras de descontento social. En ese marco, el poder se ejerce con respaldo y soberbia, pero sin claridad ni certeza, al tiempo de desafiar a gusto a la oposición. Y ésta grita más de lo que resiste; reacciona y actúa como siempre, cuando la circunstancia reclama explorar otros derroteros. Atenaza a la oposición un doble absurdo: encargar a cuadros descalificados, incapaces o desautorizados la acción y practicar una política cupular a fin de no perder el dominio y control de su respectiva y anquilosada estructura.

Unos y otros han perdido la brújula. Así, van a un punto de inflexión importante, por no decir determinante. ¿Qué sigue?

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Nombramiento del nuevo secretario de Seguridad. Más allá de la inocencia o culpabilidad del ex secretario de la Defensa Salvador Cienfuegos, la actuación de la agencia antidrogas estadounidense en el asunto mete en un brete la cooperación, y la antidiplomacia mostrada, al menos públicamente, por el embajador Christopher Landau lastima el supuesto entendimiento entre los gobiernos.

Cooperas o cuello, parece la divisa y golpea la postura y el discurso del presidente López Obrador ante Estados Unidos, tanto que su reacción ha sido contradictoria. Cooperar a partir de la desconfianza y la sospecha es un contrasentido y lo sucedido, aun cuando se niega, toca al Ejército.

Ahora, el Ejecutivo está obligado a tratar con pinzas el nombramiento del relevo de Alfonso Durazo en la Secretaría de Seguridad. De un lado, el sucesor deberá contar con una trayectoria impecable, libre de toda sospecha, porque el rol de esa dependencia cobrará mayor relevancia. Del otro lado, el nuevo secretario deberá vestir traje y no uniforme, dado el cuestionamiento a la militarización no sólo de la seguridad pública, sino de muchos otros campos.

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Contener el virus y desplegar la economía. Podrá negarlo el Ejecutivo, pero viene el recrudecimiento de la epidemia.

Asegurar que, pese a ello, la economía se mantendrá abierta y la política fiscal en sus términos tiene por precondición contener el virus. Volver a minimizar el mal sólo tendrá por efecto una cauda superior de muertes, una actividad económica incierta y, a la postre, un malestar social acendrado por el...

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