SOBREAVISO / Resultado y consecuencia

AutorRené Delgado

¡Qué interesante, difícil, prometedora y compleja situación!

Los actores principales y secundarios de la contienda electoral reconocieron y aceptaron sin chistar el resultado, pero la consecuencia está costando digerirla, incluso al propio Andrés Manuel López Obrador. El cambio de reglas en el ejercicio, el reparto y el sentido del poder se están tomando con júbilo y recelo. No tanto en el campo de la economía -donde las señales son de continuidad con ajustes en el equilibrio- como sí en el campo de la seguridad, la sociedad, la política y la administración.

Una cosa es el resultado electoral, otra la consecuencia política. No es lo mismo un tiempo de cambio, que un cambio de tiempo.

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Ante la circunstancia, marcada por el pasmo de la oposición política, la ausencia del gobierno, el entusiasmo de los simpatizantes, la suspicacia de los adversarios económicos, la aversión de algunos comentaristas y el miedo de algunos medios, el candidato triunfante no pierde un minuto.

Andrés Manuel López Obrador reconoce la coyuntura y fiel a su sentido político, actúa con velocidad y un dejo de precipitación. Gana tiempo y espacio a la resistencia que, naturalmente, encontrará el cambio radical -de raíz, dice él- que pretende realizar. Entonces, trabaja sin descanso. Atiende a sus interlocutores, al tiempo que integra equipo; gira instrucciones; fija agenda y postura ejecutiva, administrativa y legislativa; encarga planes y delega tareas relativas a la inminente actuación de su gobierno.

Quiere llegar haciendo, no viendo cómo le hace.

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En esa tesitura, el candidato triunfante anuncia medidas menores y mayores.

Desea con vehemencia asegurar resultados menores inmediatos -pensiones presidenciales, devolución del avión oficial, conversión de Los Pinos en sitio público, etcétera-, a fin de acrecentar y acreditar fuerza, respaldo y tino para generar resultados mayores posteriores -austeridad, seguridad, anticorrupción, justicia social. El título de la alianza que lo empoderó -Juntos Haremos Historia- no fue mera puntada. Quiere hacer de la alternancia, alternativa; no simple turno.

Le gusta y conoce la Historia y sólo tiene seis años para ser protagonista de ella, encabezando la cuarta transformación. Ahora no quiere escribir un libro, pretende aparecer en él.

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El resultado marca el triunfo electoral de un candidato, la consecuencia reclama cumplir el mandato recibido que, en este caso, no sólo recayó directamente sobre el abanderado principal...

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