SOBREAVISO / La indecisión
Autor | René Delgado |
Sin una rectificación rápida, firme y certera, muy probablemente el sello del sexenio sea el de la indecisión.
Si al inicio de la administración la hubo, si a la mitad se mantiene, no es improbable que la indecisión prevalezca el resto del sexenio. La indecisión, sin embargo, acompañada del permanente chantaje del priismo y la insuperable tozudez de la izquierda, está haciendo estragos: el país se le está yendo de las manos a la élite política. El fracaso de la administración calderonista no significará, como creen el priismo y el perredismo, la oportunidad de hacerse de él. Es muy difícil hacerse de algo que se está desbaratando.
Por eso asombra que, aun frente a la evidencia del desastre y con más de un diagnóstico de la situación, la élite política convoque otra vez a realizar foros, convenciones y encuentros para ver qué hacer. Todos saben cuál es la medicina y cuál el tratamiento. Por eso, preguntar qué hacemos suena a pretexto para justificar por qué no se hace nada. Es la indecisión, la falta de coraje para tomar riesgos, conjurar peligro y darle perspectiva al país.
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La indecisión original, que hoy arrastra a la administración a su fracaso, prevalece: el calderonismo no ha resuelto dónde apoyar su gobierno, en la ciudadanía que le reclama o en los poderes fácticos que lo apresan.
Ese dilema permanece irresuelto y, ahora, unos y otros ven a la administración con desencanto o suspicacia. El calderonismo dudó si podría expandir la base ciudadana que lo apoyaba y se echó en brazos de los poderes fácticos que así como lo abrazaban, lo asfixiaban y lo asfixian. Así, ni a ciudadanos ni a poderes fácticos dio satisfacción y, ahora, ha perdido a los dos.
Esa indecisión llevó a la administración a jugar una apuesta. Apoyar su administración en la fuerza derivada de dos ejércitos. Uno, la Fuerza Armada como tal; dos, la fuerza gremial del magisterio. Creyó que la acción militar contra el crimen sería un desfile militar por la República de gran espectacularidad con desembocadura en su legitimación, la cual a la postre ampliaría su margen de maniobra. Creyó que la alianza con la lideresa del gremio magisterial le daría el músculo político del que carecía y, efectivamente, ganó tono y masa muscular... pero la lideresa.
El saldo peor no puede ser: no se abatió la criminalidad y sí, en cambio, se avivó la violencia; y la alianza con el magisterio no le dio músculo político a la administración y sí, en cambio, frustró la mejora en la calidad...
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