Sobreviven rituales para despedir difuntos

AutorRicardo Moya

Ante una muerte violenta, ocurrida en la vía pública, la gente reacciona con rituales como el colocar una veladora junto al cuerpo, cubrirlo con una sábana, de preferencia blanca, o hasta lanzar sal y garbanzos alrededor.

Cada una de estas acciones tiene una explicación, aunque en muchos casos la gente las realiza por costumbre.

Colocar una veladora encendida junto a un muerto, por ejemplo, es la forma en la que los vivos guían su camino al más allá.

Esta idea se basa en las creencias judeo-cristianas que afirman que cuando una persona muere, su alma, dependiendo del comportamiento que haya llevado en vida, se dirige hacia el cielo o el purgatorio.

Para que el alma encuentre ese camino es necesario encender una veladora y colocarla cerca.

Como en el caso de Antonio Sánchez Galicia, quien se encontraba en el cruce de la calle Sur 77 y Oriente 114, Colonia Ramos Millán, en Iztacalco, cuando fue interceptado y baleado por los integrantes de la banda denominada "Los Guerreros".

El asesinato ocurrió el 5 de junio, y ahí la familia de Sánchez Galicia colocó una veladora a un costado de su cuerpo. Trataban de iluminarle el camino hacia el cielo, ya que de acuerdo con lo que le dijeron a las autoridades, era muy devoto de la iglesia.

El hermano Juan, miembro de la Orden de los Carmelitas, explicó que el alma puede dirigirse al cielo o al infierno, aunque la teología moderna pone en duda la existencia de esos lugares.

"Esa era la visión que se tenía y que aún se conserva, ya que para esa creencia del paraíso, debió existir el purgatorio, ya que no se concebía la idea de que el alma anduviera vagando", agregó el hermano Juan.

La costumbre de colocar la veladora junto al cuerpo data de 1665. En la Colonia, los frailes como Lorenzo de San Francisco fueron quienes comenzaron a inculcar en los indígenas el hábito de encender la vela.

Los Mayas conservaban los huesos en un altar casero; para los Huicholes y Tarahumaras, los huesos se conservaban en cuevas; y para los Aztecas, el cuerpo era incinerado en una roca, jade u obsidiana, para indicar su clase social.

Otra costumbre actual para despedir a los muertos es la de cubrirlo con una manta, con lo que se evitan las miradas de los curiosos, por respeto a la víctima.

El 7 de junio de este año fue descubierto el cuerpo sin vida de José Luis Trujillo sobre la Avenida Instituto Politécnico, en Gustavo A. Madero, y lo primero que hicieron los elementos paramédicos que llegaron a atenderlo fue cubrirlo, sin...

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