Una sociedad azotada por el narco

AutorRafael Aviña

Escritor, poeta y cineasta, Víctor Gaviria ha concentrado su breve obra fílmica en un puñado de relatos hiperrealistas, amargos y desesperanzados, sobre la imposibilidad de redimir a niños y adolescentes en los barrios bajos de Medellín y se ha ocupado también del impacto del narcotráfico en la vida de éstos y de toda una sociedad colombiana maniatada por el miedo y tentada por una vida fácil que deviene en una salida falsa más.

Rodrigo D. No futuro (1992) centraba su premisa en los niños abandonados víctimas de la violencia y el tráfico de drogas.

En La vendedora de rosas (1998), Gaviria no sólo utilizó un tono documental, sino a verdaderos niños de la periferia más miserable, para narrar la historia de una adolescente con un destino trágico, que se gana la vida vendiendo flores en las violentas calles colombianas en época navideña.

Sumas y restas (2004), su notable tercer largometraje, no resulta únicamente un intenso y vibrante docudrama sobre el crecimiento de los cárteles de las drogas en la década de los 80-90, sino la respuesta realista, tajante y anticomplaciente a las miradas glamourosas y efectistas de las mafias del narco colombiano vistas en cintas como: Rosario Tijeras (2005) de Emilio Maillé y La virgen de los sicarios (2000) de Barbet Schroeder. Un enfoque nerviosista en la imagen como alegoría de la inestabilidad social y emocional de sus personajes y una extraordinaria banda sonora a cargo de Víctor García, responsable a su vez del eficaz montaje, van más allá del simple adorno para trastocar la cinta de Gaviria en una valiente denuncia de los males que aquejan a una sociedad devastada.

Sumas y...

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