Al sol lo que es del sol

AutorIvett Rangel

Enviada

CUSCO, Perú.- Luego de más de cuatro horas en tren y autobús desde Cusco (o cuatro días a pie por el llamado Camino Inca), hay que andar cuesta arriba unos 20 minutos más por uno de los cerros que custodian la ciudad inca.

Justo cuando los exploradores están a punto de emitir la consabida queja por el esfuerzo físico que supone la subida, olvidan respirar por unos segundos ante la visión que se revela a sus pies. Hiram Bingham tenía razón: Machu Picchu es una ciudad ladrona de alientos.

El laberinto de piedras ya se ve en la loma de aquella "Montaña Vieja", significado en quechua de Machu Picchu. Apremian las ganas de recorrer los pasadizos que se entretejen alrededor de las casas, templos y escalinatas, allá abajo.

Alrededor de 3 mil viajeros contemplan esta ciudad inca cada día, y la cifra sigue en aumento. Bueno y malo: el flujo de turistas beneficia la economía peruana y da trabajo a muchos, pero tal cantidad de visitantes desgastando las milenarias piedras, ha advertido la UNESCO, pone en riesgo al sitio.

Irina Bokova, directora general del organismo, recomendó instaurar un sistema que limite el flujo turístico, propuesta que se discutirá en la sede parisiense de la UNESCO durante una reunión con expertos en la materia en mayo próximo.

Pero quién podría culpar a los exploradores deseosos de atrapar la energía ancestral de esta ciudad, construida por los incas a semejanza del cosmos. Se trata de la perfección alcanzada en sólo 95 años de esplendor de un imperio.

Aquí no hay dos rocas iguales -y aún se desconoce exactamente cómo lograron cortarlas, transportarlas y tallarlas sin ayuda mecánica-, y sorprende la precisión astronómica con la que fueron colocadas, y sin ningún tipo de argamasa.

En el Templo de las Tres Ventanas y en el Templo del Sol, por ejemplo, se marca el movimiento del astro, y en especial los solsticios. El de invierno (21 de junio) señala, además, el inicio del año andino.

En el reloj solar, conocido como el Intiwatana (o "donde se ata al sol"), los visitantes buscan cargarse con la energía que, se dice, emana de la piedra inmensa con sólo aproximar las palmas de las manos.

"¿La sienten?", pregunta la guía frente al gran monolito ubicado justo sobre la plaza del Templo de las Ventanas.

Algunos inclinan la cabeza para decir que sí, que la sienten, otros aseguran que una especie de cosquilleo recorre sus manos e incluso sube por sus antebrazos.

Este reloj fue de suma importancia para los antiguos, pues registraba el movimiento del sol y las estrellas, según los conocedores. Sus augurios de buenos o malos tiempos guiaban la siembra y la cosecha.

Cambio climático

Aunque el culto al sol es el pilar de la arquitectura inca, no siempre el astro rey es fiel compañero de viaje en Machu Picchu: aquí el clima varía en segundos. La lluvia enciende el tono ocre y verde del santuario; los ponchos de plástico y los paraguas de todos colores moldean un nuevo festín visual.

"Esta visita ha sido muy diferente, pero igualmente impactante. La lluvia crea...

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