La sonrisa de Mona Lisa

AutorGuadalupe Loaeza

Nunca en la historia del arte, una pintura ha sido tan admirada, ni ha causado tanta fascinación a lo largo de los siglos como la Gioconda, mejor conocida como la Mona Lisa, obra maestra de Leonardo da Vinci, y el poder que ha ejercido sobre la mirada del espectador ha sido en parte por la sonrisa enigmática, misteriosa y cautivante que lleva. La identidad de la modelo de este retrato no ha sido definitivamente conocida; sin embargo, los historiadores de arte han especulado a través de los años sobre variadas y posibles modelos. Giorgio Vasari (1511-1574), el primer biógrafo de Leonardo da Vinci, en Vidas de los pintores, escultores y arquitectos, describió el retrato como el de una persona real, Lisa Gherardini, llamada Mona Lisa. Supuestamente, Lisa era la esposa de un acaudalado comerciante en sedas y una figura prominente del gobierno florentino, Francesco del Giocondo, de donde tomó su sobrenombre y quien encargó al pintor el retrato.

Leonardo lo empezó en 1503, lo retuvo consigo, jamás se lo entregó a su cliente y no dejó de trabajar en él hasta su muerte, en 1519. La pintura fue llevada de Italia a Francia cuando el Rey Francisco I invitó a Da Vinci a trabajar para él y, finalmente, la compró por 4 mil escudos. La pintura pasó a formar parte de la colección real del castillo de Fontainebleau y, más tarde, al Palacio de Versalles. Después de la Revolución francesa fue llevada al Louvre, de donde fue removida por Napoleón I para tenerla en su cámara de dormir en el Palacio de las Tullerías. Posteriormente, fue regresada al Louvre. Durante la guerra franco-prusiana de 1870-1871, la valiosa pintura fue escondida en algún lugar de Francia. En agosto de 1911, un empleado del Louvre se la robó. Dos años más tarde fue recobrada en Florencia, cuando el ladrón trató de venderla. Desde entonces, la Mona Lisa puede verse en el Museo del Louvre, protegida por un cristal blindado.

La Mona Lisa es, indudablemente, un momento incomparable en la historia de la pintura y una obra capital del arte occidental. Además, ha alcanzado un estatus de icono en la cultura popular, apareciendo en todo, tapetes, tazas, camisetas, gorras, etcétera. Ha sido tema de muchas películas y canciones. Después de haber sido fuente de inspiración para artistas como Marcel Duchamp, uno de los más influyentes dadaístas; Salvador Dalí, Warhol o Jasper Jones, ahora resulta que la Mona Lisa se ha convertido en una suerte de vedette americana en el best-seller El código da Vinci, de Dan Brown. Si Leonardo regresara a la Tierra, sería el primero en sorprenderse que el libro más vendido actualmente en el mundo -más de 20 millones de ejemplares- lleva su nombre. Si la señora Lisa viviera, estaría estupefacta de saber que su retrato, junto con otras dos obras de Leonardo da Vinci, está en el corazón del libro de Brown.

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