Sostiene romance cubano

AutorWilbert Torre

En 1967, el Centro Deportivo Olímpico Mexicano era un hervidero de deportistas que se entrenaban a marchas forzadas para la Olimpiada de México 1968.

El sargento José Pedraza Zúñiga se preparaba para las pruebas de 20 y 50 kilómetros. Recorrían las instalaciones y vigilaban los entrenamientos del equipo de atletismo, Jerzy Hausleber y Tadeus Kempka.

En natación, el jovencito Felipe Muñoz Kapamas, de 17 años, con una clasificación de 4o lugar, era una de las esperanzas de los mexicanos para conquistar medallas. Y Enriqueta Basilio, la portadora de la antorcha, se incorporaba apenas, con una amplia recomendación de la Federación Mexicana de Atletismo, bajo la conducción del entrenador Vladimir Puzio.

Llegaron las Olimpiadas y la delegación mexicana compuesta por 90 competidores logró la mejor de las cosechas: tres medallas de oro, tres de plata y tres de bronce.

Nueve años después, cuando Vázquez Raña ya ostentaba los cargos de Presidente del COM el CDOM ofrecía una imagen absolutamente diferente a la de los días previos a la Olimpiada del 68.

Las pistas y las canchas no se llenaban de atletas mexicanos. Los deportistas nacionales lo llamaban, con ironía y enojo, "Centro Deportivo Olímpico Cubano".

Varios de ellos vivieron esa época, ya eran atletas consumados: Daniel Bautista, Rodolfo Gómez, Raúl González y el ciclista Rosendo Ramos.

Las instalaciones del CDOM estaban repletas de atletas de la Isla, invitados por Mario Vázquez Raña, por medio de programas de intercambio que resultaban verdaderamente inequitativos. Las Estadísticas de aquella época señalan que el intercambio entre ambos países era de 10 a uno, a favor de Cuba.

Y mientras el poder de...

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