SOTTO VOCE / De los bajunes a la ReacTable

AutorLázaro Azar

Para Gabriel Zorrilla y López de Lara

Asistir al último par de conciertos del XI Festival de Música Antigua y Barroca realizado en San Luis Potosí a principios de mes me brindó algo más que la oportunidad de conocer y escuchar por primera vez en vivo ese raro instrumento que es la tromba marina o los bajunes que el Ensamble Louis Berger trajo de Argentina como parte indispensable de la plantilla instrumental requerida para el concierto con que, ante una catedral abarrotada, concluyera este exitoso festival.

El "plus" de esta reciente visita a San Luis fue ver qué tal quedó ya inaugurado su Centro de las Artes -aquel que inaugurara el Presidente Calderón gracias al entusiasmo que despertó en Rafael Tovar... a quien no invitaron para tal ocasión por "un olvido más" de quien maneja el protocolo de Arenal- pero, sobre todo, conocer ese nuevo espacio que es el Laberinto de las Ciencias y las Artes, soberbio espacio diseñado por Ricardo Legorreta que costó cerca de 500 millones de pesos (315 de infraestructura más los contenidos) y se presenta como "un espacio único, incluyente y participativo que presenta la ciencia, el arte y la tecnología contemporánea como una gran expresión humana en un universo conectado e interdependiente".

Versión perfeccionada del Museo Papalote, el Laberinto me sorprendió con su lúdica propuesta museística, en la que "el arte y la ciencia se relacionan estrechamente propiciando un diálogo constante, ya que el artista y el científico reciben por igual el impulso creador y la sensibilidad para realizar su obra".

Por si solo, el Laberinto amerita viajar a San Luis pues tiene un acervo tan vasto como para tenerle a uno entretenido más de un día. Más allá de interactuar con el robot de bebé dinosaurio que hace las delicias de los pequeños, en lo personal me engolosiné con su ReacTable, novedoso instrumento musical al alcance de cuantos visitan este magno complejo de más de nueve mil metros cuadrados integrados al Parque Tangamanga.

Aprovechando la cercanía, visité por primera vez la capital de un estado del cual mucho me habían ponderado sus bellezas y riqueza, Zacatecas, y si bien quedé fascinado ante la filigrana de su cantera y el colorido de sus atardeceres, sabrán que regresé bastante decepcionado del poco interés que el rubro cultural despierta en sus "funcionarios", así como por lo descuidada y sucia que ví la ciudad.

Si hay en México un museo que pueda enorgullecerse de una rica...

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