SOTTO VOCE / A Guadalajara por Beethoven

AutorLázaro Azar

Este año, la décimo primera edición del Festival Cultural de Mayo estuvo dedicada a Alemania. Quienes hemos seguido su evolución aplaudimos su crecimiento: atrás ha quedado aquel festivalito de corto aliento, 29 días de nutrida programación prueban por qué es hoy uno de los más importantes del País, al grado que resulta imperativo aumentar el equipo humano que lo coordina para evitar cabos sueltos; y si bien sigue teniendo en la música su parte medular, ha crecido también la participación de la plástica, la danza, la gastronomía, el cine y las conferencias hasta rebasar el perímetro tapatío para hacerse presente en otros puntos de la geografía jalisciense.

De esta emisión solamente puedo hablarles de los eventos que presencié el fin de semana pasado: el primero de ellos fue el sexto de ocho recitales que presentaron por primera vez en dicha ciudad el ciclo de las 32 Sonatas de Beethoven, a cargo de Christian Leotta.

Programados en la sede de la Fundación Álvarez del Castillo, fueron sin duda el punto climático del Festival. A pesar de la escasa publicidad, la sala resultó insuficiente y el estacionamiento tuvo que habilitarse con un sistema de circuito cerrado y varios cientos de sillas que no siempre fueron suficientes.

El furor tapatío por Leotta es digno de ser consignado: no solamente le paraban cada que salía a la calle o se escuchaban emocionados sollozos durante sus recitales, sino que hasta me tocó ver que se hincaran ante él; personalmente, me sumo a las reverencias hacia este joven cuya solvencia técnica ha sido ejemplarmente puesta al servicio de una indiscutible madurez interpretativa.

Me tocó escucharle las Sonatas Op. 26, 7, 49 y 101 y lo que más me satisfizo fue apreciar cómo redimensionó la aparente mente fácil e inofensiva dupla que conforma el Op. 49, elevándolas musical y estructuralmente al nivel de las 30 restantes.

Por el contrario, la ópera Fidelio presenciada en el Teatro Degollado dejó expectativas por cumplir. Y no me refiero al lamentable desempeño de una Filarmónica de Jalisco que va de mal en peor de la mano de un titular que, hasta el momento, lo único que ha probado es incapacidad.

La batuta fue confiada para la ocasión a Johannes Wilder, quien tendrá oficio pero no por ello hace milagros, tal como quedó demostrado durante la innecesaria inserción de la obertura Leonora n. 3 entre las escenas I y II del segundo acto, evidenciando las atroces desafinaciones...

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