Sotto Voce / ¿Y si mejor nos invaden los ingleses?

AutorLázaro Azar

Redacto esta columna mientras entra el verano, los galos celebran La Fête de la Musique y yo, no me canso de repetir ¡bendita sea la Música! Qué tan noble será, que hace apenas unos días y gracias a ella, sólo me faltó la lira para sentirme como Nerón, de tanto que disfruté los conciertos que hoy voy a comentarles, pues, mientras los escuchaba, hasta olvidé que nuestro país se cae a pedazos ante la ausencia de un Estadista que tome sus riendas.

El primero tuvo lugar en el Blanquito y, ahora sí, fue una verdadera "experiencia religiosa": para su primera presentación ante el público capitalino como titular de la Orquesta Sinfónica del Estado de México, Rodrigo Macías eligió el monumental Réquiem de Guerra de Benjamin Britten. Afortunadamente, no fue detectado ningún "apóstol" pedófilo entre el público, ya que además de la orquesta, del Coro Polifónico del Estado de México y tres solistas de excepción -Marcela Chacón, Andrés Carrillo y Enrique Ángeles-, Macías contó con el Coro de Niños y Jóvenes de la Facultad de Música de la UNAM.

He asistido a varios conciertos de la OSEM desde que le fue encomendada a Macías -en medio de la polémica y muy orquestada salida de Enrique Bátiz, su fundador- y si no había dado cuenta de ellos, es porque entre que sus atrilistas "se hallaban" con su nuevo titular y que éste no termina de renovar aquellas plazas cuyo desempeño ya resiente el paso del tiempo, pasaron con más pena que gloria.

Ahora, no fui el único en agradecer la audición de esta obra cuyo autor, como buena jota que fue, me enorgullece todo el año y no solamente este mes en que me la he pasado celebrando casi a diario gracias al espléndido ciclo "Entre lenchas, vestidas y musculocas" que el Teatro de la Ciudad brinda cada junio: con gran nobleza, Bátiz fue el primero en felicitar a su sucesor por abordar este Réquiem tan poco programado, y le dijo que le daba "mucho gusto ver que todos caminen bien".

¡Ojalá pudiéramos decir lo mismo del país! Con tanta inseguridad, uno piensa dos y tres veces antes de salir de casa... pero si Britten me...

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